ASPECTOS FAMILIARES Y RELACIONALES
La sociedad árabe se caracteriza por una estricta división de tareas entre los sexos. Las responsabiliades domésticas mantienen a las mujeres confinadas en casa, mientras que los hombres tienen que salir fuera para ganarse la vida. Las mujeres que trabajan fuera tienen que cargar también con toda la responsabilidad de la marcha de la casa.
Durante los últimos diez años muchos iraquíes tuvieron que ir a ejército y las mujeres se quedaron como únicas responsables de las familias, que suelen incluir parientes ancianos niños pequeños. Después de la guerra del Golfo muchos hombres que habían pasado diez o doce años en el ejército se licenciaron y se encontraron sin trabajo y sin ninguna fuente de ingresos. Esto ha repercutido directamente en las mujeres porque son ellas las que se tienen que encargar de mantener a la familia y también ha repercutido en sus relaciones conyugales.
Casi todas las mujeres dicen que su vida ha cambiado desde la Guerra del golfo. La mayoría de ellas compara esta guerra con la de Irán-Irak que según la mayoría repercutió mínimamente en la vida cotidiana de la gente. Un 80 % afirmaba que tenía responsabilidades domésticas nuevas debido a la destrucción de infraestructuras como la red de suministro de agua y la escasez de electricidad y de combustible. La mayoría de ellas empezó a hacer el pan en casa porque resultaba muy caro comprarlo. Muchas tenían que ir cada día a recoger madera para hacer pan y cocinar porque el gas de la cocina también resultaba caro. También tenían que planificar la ración de comida para que les durara todo el mes, tenían que estar al tanto de los precios del mercado y donde eran más bajos.
En el reparto de la ración todos estaban de acuerdo en que los primeros eran los niños. Sólo en algunas ocasiones se daba prioridad a las mujeres embarazadas. Esta preocupación constante por conseguir comida y poder llevar la casa en una situación tan difícil les deja muy poco tiempo libre en comparación con lo que tenían antes de la guerra. Las mujeres dicen que antes de la guerra podían salir más de casa y tener más relaciones sociales, o que se podían ocupar en tareas como la costura. Según el 46 % ahora les queda muy poco tiempo par el ocio aunque como dice la mayoría "el problema no es tener tiempo libre o no, sino esta preocupación constante".
En general se considera deber de las mujeres el encargarse de esas nuevas responsabilidades. Al preguntarles si ahora tenían más responsabilidades que antes el 80 % de ellas respondía que sí. Cuando les preguntábamos si ellas tenían en la casa más responsabilidades que los hombres, a un 74 % le parecía eso era algo natural. Y cuando tratábamos de ir más lejos y les preguntábamos si los hombres o los demás miembros de la casa lo valoraban las mujeres se sorprendían y no solían darnos una respuesta clara.
Aunque no era frecuente que las mujeres hablaran abiertamente del tema, un 17 % admitía tener más problemas en sus relaciones conyugales desde que terminó la guerra debido al aumento de presiones. Algunas mujeres nos contaron que sus maridos estaban nerviosos y que cuando los niños o ellas intentaban hablar con ellos de sus problemas, empezaban a gritar y se iban sin responder. Dos mujeres cuyos maridos no tenían trabajo y se pasaban el día sentados en casa o en el café sin hacer nada, nos contaron que cada vez que intentaban decirles que pusieran más empeño en encontrar un trabajo, les amenazaban con tomar una segunda esposa.
De hecho el matrimonio se está convirtiendo en un problema cada vez más importante en las casas donde hay hijas en edad de casarse. La sociedad iraquí es una sociedad de casados. Una mujer de 21 años de edad, que vive en la zona pantanosa del sur, expresó su preocupación: "algunos de los jóvenes casaderos murieron y otros se marcharon. A sólo quedan viejos y niños". Muchas jóvenes permanecen solteras debido a razones económicas. La mayoría de los jóvenes no tiene trabajo y sus familias no pueden darles lo necesario para celebrar una boda tradicional; según la costumbre el matrimonio incluye la dote de la novia que suele consistir en joyas de oro.
Cuando preguntábamos por qué las jóvenes no prescindían de su dote de oro, varias madres nos dijeron que si lo hacían sus hijas no tendrían una buena posición social en su familia política. También había rumores, sobre todo en Bagdad, de casos de divorcios de matrimonios en los que la familia de la novia mantenía a los recién casados. Las relaciones comunales entre vecinos se han fortalecido durante y después de la guerra.
Durante la guerra y los disturbios posteriores, algunas familias se mudaron a casa de otros vecinos que eran más seguras. Después de la guerra iban juntos al río a por agua y hacían juntos cola para las raciones mensuales. Los que sabían hacer pan enseñaban a sus vecinos que no sabían. Varias familias solían compartir el mismo horno.