Por Pilar Nieva de la Paz, científica titular del CSIC
La aparición en las páginas de Sociedad de el País del artículo "Sexo, género y Real Academia" (28-5-2004, página 34), va a provocar, sin duda, un inevitable asombro y sorpresa entre buena parte de la comunidad académica española ante la argumentación de la RAE en relación con el término "violencia de género" y, más concretamente, la negación absoluta de la utilización de la palabra "género" para referirse al sexo como "construcción cultural, elaborada en cada tiempo y cada sociedad concretos de una manera diversa".
El término "género" sirve para estructurar la fundamental diferencia entre la "femineidad" y "masculinidad" como conceptos elaborados socioculturalmente, frente a los significados tradicionales del "sexo" ("macho" y "hembra"), asentados en diferencias puramente biológicas. Esta acepción del término "género", generalizada desde hace tres décadas en los estudios feministas, introduce una variante sociohistórica fundamental en el discurso "esencialista" predominante durante siglos, que ha definido el "sexo" como realidad biológica y física inmutable.
Este uso del término no sólo se ha asentado desde los sesenta en el ámbito anglosajón, sino que ha penetrado en el ámbito del hispanismo internacional y, por tanto, en el español, desde mediados de los setenta, y sobre todo durante la década de los ochenta. Viene utilizándose en este sentido desde una perspectiva multidisciplinar que ha abarcado casi todos los campos de las ciencias humanas y sociales (impregnando, incluso, ya otras disciplinas pertenecientes a las ciencias experimentales).
Dejando a un lado, pues, la sólida penetración en el mundo de la investigación académica y su generalización en los medios de comunicación -que ustedes, mejor que yo, conocen-, resulta inapropiado acudir a una supuesta "falta de tradición en español de la palabra género como sinónimo de sexo" -¡no son sinónimos!- como argumento válido para impedir la incorporación de una nueva acepción semántica en la explicación académica de un término léxico.
Sobre todo, en estos tiempos de revolución tecnológica, cuando se están adoptando continuamente en nuestro idioma términos nuevos y acepciones diversas procedentes de otras lenguas (fundamentalmente el inglés, como es bien sabido), con mucho menos entronque en la familia lingüística románica que el que posee el término "género", utilizado en el sentido anteriormente explicado. Es posible concluir, por tanto, que el fondo de la cuestión tiene que ver más con cuestiones ideológicas y políticas -poco afines a la evolución de un pensamiento más igualitario en nuestro país-que con argumentos realmente filológicos o lingüísticos.
Fuente: cartas al director. El Pais 1/6/04
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