I Congreso Nacional Violencia sobre
la Mujer
COMUNICADO GIJÓN
Conclusiones
La violencia que se ejerce por los hombres contra las mujeres ha sido una
constante histórica que ha tenido y tiene por objeto su sumisión
a los dictados de una sociedad patriarcal que ha generado una situación
real de desigualdad que necesita ser mantenida mediante el uso de la violencia.
Todas las mujeres nos vemos por ello obligadas a llevar, durante toda nuestra
vida; este burka ideológico.
La violencia contra las Mujeres constituye una violación de sus
derechos fundamentales y libertades públicas y por ello, todas las
conductas en que se manifiesta, han de ser consideradas como delito. Los
Estados tienen la obligación de proteger a la ciudadanía
de todo tipo de abusos sobre sus derechos y en consecuencia promover las
condiciones necesarias y suficientes para prevenir, perseguir y sancionar
el maltrato a las mujeres protegiendo eficazmente a las víctimas
y reparando sus perjuicios. La administración de Justicia ha dado
la espalda a las mujeres al negar a su palabra el valor de prueba para
condenar a sus agresores. Jueces/as, fiscales/As y abogados/as, médicos
forenses y equipos psicosociales de juzgados y tribunales, deberían
aportar y valorar las pruebas indiciarias que pueden darse en los delitos
en que se concreta la violencia de género: historia clínica,
informes económicos, sociales, psicológicos, policiales y
laborales.
La teoría feminista debería de ser incluida en los planes
de formación de los operadores jurídicos.
La violencia de género es un factor desencadenante de conductas
suicidas. Si se quiere conocer la magnitud de este problema de España,
la investigación judicial de las muertes ocurridas entre mujeres,
sean aparentemente suicidas o accidentales, debe incluir un estudio psicosocial
del entorno en que sucede, el mismo criterio debería aplicarse en
el seguimiento medico-forense, de aquellas lesiones referidas como accidentales,
que por sus características hagan pensar en una agresión
o una
tentativa suicida.
La violencia masculina hacia las mujeres en cualitativa y cuantitativamente
de tal gravedad que hace imprescindible un Pacto de Estado, para elaborar
una ley Integral que permita combatir con eficacia la violencia de género.
La ley integral, que ha de centrarse en garantizar el derecho de las mujeres
a vivir sin violencia de género, ha de cumplir los siguientes objetivos:
-
Dar protección inmediata
y efectiva a las víctimas, mujeres e hijos, dando prioridad a las
medidas cautelares preventivas.
-
Contribuir a la erradicación
de dicha violencia desde el ámbito legislativo y judicial.
-
Elaborar la normativa que coordine
los recursos sociales, institucionales o privados.
-
La violencia masculina contra
las mujeres hay que abordarla desde una
-
perspectiva feminista y tratar
a sus víctimas de forma integral, ya que es toda la mujer como persona,
y sus hijos e hijas los afectados por esta violencia; facilitando a través
de la intervención la internalización de los valores de igualdad
y derecho de mujeres y hombres con el fin de prevenir la transmisión
generacional de la violencia de género.
Las mujeres maltratadas y sus hijas-hijos acuden a los servicios sanitarios,
a los centros asesores de la mujer y a los servicios sociales. En numerosos
casos las mujeres no reconocen que son víctimas de violencia de
género y sin embargo recurren repetidamente a la demanda de ayuda
por los profesionales sanitarios, abogados/as y trabajadoras/es sociales.
La pasividad o falta de implicación de algunos/as
profesionales conforma también
una determinada forma de maltrato. Se están tratando de forma adecuada
a las mujeres víctimas de violencia de género, o de forma
inadecuada, dependiendo exclusivamente de la sensibilidad y correcta formación
del profesional, equipo o institución al que acuden las mujeres.
Es importante eliminar este factor aleatorio y lograr que todos los profesionales
responsables de la salud, atención de la defensa jurídica
y de la ayuda en el acceso a los servicios sociales sean sensibilizados
y
formados en sus respectivas
facultades. La atención a las mujeres víctimas de la violencia
de género debe de ser integral: sanitaria, jurídica, psicológica
y educativa-preventiva; y todo ello desde una perspectiva de género.
La violencia hacia la mujer es un acto delictivo y potencialmente muy dañino.
Una intervención médica adecuada y una correcta derivación
puede salvar una vida, evitando la muerte física o la destrucción
emocional de una persona.
La educación sexista es el caldo de cultivo de la violencia contra
las mujeres.
El actual modelo amoroso educa para ejercer y soportar la violencia por
amor. Las adolescentes, al iniciar una relación, tienden a sacrificar
las otras facetas de su vida por dicha relación y esto puede suponer
el inicio de la dependencia y el sometimiento.
Todos los maltratadores han pasado por la escuela. Eso quiere decir, que
en ella se reproducen los roles sexistas. Deben buscarse soluciones preventivas
desde el ámbito educativo.
La coeducación no puede ser un mero transitar por espacios antes
reservados a los varones. Debe planificarse un proyecto coeducativo transversal
que haga surgir nuevos modelos amorosos y eróticos y que suponga
un cambio en las relaciones entre los sexos para que dejen de estar basadas
en la violencia y la dominación.
Debe tratarse de un modelo educativo global que trabaje los aspectos corporales,
cognitivos y emocionales, un proyecto que interrelacione la escuela, la
familia y la ciudad, que tenga en cuenta el autoconcepto, las creencias,
los deseos y las expectativas.
Los varones adultos tienen una gran responsabilidad en mostrar a niños
y adolescentes que existen otras formas de masculinidad no asociadas a
la violencia sino al amor, la ternura y el cuidado. Es fundamental ofrecer
modelos alternativos de masculinidad a los más jóvenes.
La sociedad ha de reconocer el saber acumulado de las mujeres como motor
de cambio. Silenciar a la mitad de la población, robarle la historia,
desautorizar su palabra, sus acciones, es una forma básica de violencia
contra todo el colectivo de las mujeres.
Los medios de comunicación convencionales y masivos proponen un
tratamiento de la violencia contra la mujer desde un punto de vista morboso,
sin analizar las causas de la misma, sin definición editorial, sin
seguimiento del problema ni aportación de opinión que permita
vislumbrar soluciones y alternativas preventivas. Por el contrario proponen
una gran aportación de noticias que producen un efecto narcótico
en la
audiencia.
Las dos vías señaladas como alternativas al actual discurso
comunicativo son, por una parte, que las organizaciones de mujeres que
están trabajando en violencia de género sean consultadas
y se conviertan en fuentes informativas de primer orden; por otra, se hace
indispensable potenciar e impulsar redes informativas propias y medios
de comunicación alternativos en los que en la dirección,
diseño y planificación esté representada la mujer
en condiciones de paridad, situación que no se produce en la actual
prensa generalista ni siquiera en la llamada femenina.
Se debe introducir la perspectiva de género en la formación
de profesionales periodistas tanto en las facultades de comunicación
como en las plantillas de trabajadores de los medios de comunicación
de masas.
Los medios de comunicación audiovisual a través de sus organismos
de representación proponen la violencia como un ingrediente incuestionable
de la narración y como un principio de su aspiración espectacular
y por este motivo la violencia contra las mujeres aparece trivializada
y minimizada, proponiéndose en la mayoría de ocasiones una
visión placentera
de la misma, totalmente inadmisible.
Es imprescindible proponer la enseñanza de los lenguajes audiovisuales
dentro de los programas de prevención, así como en los curriculums
educativos.
La atención a mujeres víctimas de malos tratos en el ámbito
policial debe ser integral e interdisciplinar; debe de contemplar todas
las necesidades de la víctima: atención de emergencia, recepción
de denuncias, apoyo psicosocial, asesoramiento jurídico legal y
protección policial.
Todos los sectores profesionales implicados deben participar activamente
en la elaboración y desarrollo de los programas de atención.
Los ayuntamientos como administraciones mas próximas a los ciudadanos
son los que concretan las medidas que erradican la violencia y los mas
preparados para ofrecer respuestas específicas. El municipio además
cuenta con las competencias suficientes para el diseño, desarrollo
y ejecución de las políticas que mejoren el bienestar de
las personas que viven en él.
El ámbito municipal, es por ello el mas adecuado y eficaz para desarrollar
políticas dirigidas a luchar contra la violencia sobre las mujeres
y que garanticen a las víctimas una atención de calidad.
La atención que merece este fenómeno social exigen que los
ayuntamientos contemplen en sus presupuestos acciones dirigidas a erradicar
este problema.
Las políticas de discriminación positivas son la vía
mas rápida de consolidar cambios y esto exige la puesta en marcha
de planes municipales de igualdad de oportunidades.
Todas las conclusiones anteriormente expuestas son esenciales para la prevención
y erradicación de la violencia contra las mujeres. Han de ser asumidas
por todos los sectores de la sociedad puesto que el problema afecta a toda
la humanidad.
GIJÓN -2001
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