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La cultura laica y los derechos de las mujeres

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Los motivos del Papa

Lo anunció el Papa Benedicto XVI: la Iglesia Católica se propone iniciar una “nueva evangelización” en la región de América Latina y el Caribe. Preocupado ante la persistente disminución del número de personas que se reconocen católicas y practican la fe en un continente tradicionalmente fiel a dicha Iglesia, por la presencia de lo que denomina “secularismo hedonista”, por el avance sostenido de la Iglesia Evangélica, y por la expansión de las sectas, el Papa quiere responder al reto. Por lo tanto, su publicitado viaje a Brasil para inaugurar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, debe considerarse uno de sus pasos políticos más significativos. Sin embargo este país, que cuenta con el mayor número de católicos en todo el mundo, ha visto reducir esta cifra del 74% al 64% en los últimos diez años y recibe al Papa con un amplio movimiento ciudadano que presiona al gobierno por la legalización del aborto, amplia distribución gratuita de condones para prevenir el VIH/SIDA y más derechos civiles para las minorías sexuales.

Lo que sucede es que los valores de esta iglesia ya no parecen estar en sintonía con la amplia mayoría de las mujeres y con otros sectores de la población mundial y regional. Efectivamente, lo que Benedicto XVI y la institución que encabeza se niegan a asumir es que muchas personas -mujeres y hombres de distintas edades, raza/etnia, opciones de vida y condición social- abandonan la fe pues no aceptan más las posturas retrógradas de dicha Iglesia frente a problemáticas tan vitales como la salud sexual y reproductiva y los derechos correspondientes, y frente al ejercicio de derechos humanos universales, tales como la libertad personal y de expresión, el derecho a la intimidad, a la diversidad, a la autonomía, entre otros. La jerarquía eclesiástica tampoco parece interesarse en las posturas y valores de quienes profesan otras religiones, algunas tan mayoritarias como la católica, y menos aun en quienes no profesan ninguna, e intenta imponer la voz, el pensamiento y los códigos de conducta de su iglesia a toda la gente por igual.

Otro factor que ha detonado esta crisis de fe del mundo católico, está constituido por los delitos de abusos gravísimos cometidos por centenares de sacerdotes en todo el mundo en contra de menores y también de monjas, violadas por ellos mismos y muchas veces obligadas a abortar, lo que fue silenciado y ocultado durante décadas por las autoridades máximas de la Iglesia, en una abierta expresión de doble moral.

En la región latinoamericana y caribeña, irrespetando el hecho de que la separación Iglesia Estado es un valor democrático en sí, y que muchas naciones históricamente han reconocido esta condición con rango constitucional, en los últimos años ha sido persistente la intromisión de las jerarquías católicas nacionales en las propuestas de políticas públicas y en las legislaciones, e incluso en algunos casos se ha constatado la intervención directa del Vaticano para que no se apruebe tal o cual política por ser considerada peligrosa desde su particular óptica. No obstante, los principios democráticos sostienen que ninguna religión debe tener el derecho de imponer sus convicciones a fieles de otras religiones o a los no creyentes, pues las políticas públicas deben valer por igual a todos los miembros de una sociedad.

Esto se ha observado recientemente en países tales como Argentina, Brasil, Chile, México, Nicaragua, Perú, República Dominicana y Uruguay, entre otros, en particular en temas relativos a la legislación sobre el aborto, el acceso a la anticoncepción de emergencia, la educación sexual para adolescentes, el uso del condón para la prevención de ITS/VIH/SIDA, el divorcio, las sociedades de convivencia para parejas del mismo sexo, etc. Del mismo modo, los jerarcas de la Iglesia se han encargado de obstaculizar la aprobación de documentos internacionales trascendentes, como es el caso del Protocolo Opcional de la CEDAW, interponiéndose además en los procesos de revisión del Programa de Acción de la Conferencia de El Cairo y la Conferencia Mundial de la Mujer, cuyos acuerdos han sido trascendentes para la afirmación de derechos.

Qué dicen las mujeres

Sin embargo, así como la Iglesia Católica, con su portavoz el Papa Benedicto XVI, se prepara para “una nueva evangelización” de nuestro continente, la sociedad civil y las mujeres en particular, también se preparan para resistir este embate fundamentalista que intenta imponer modelos únicos de conducta, por cierto bastante retrógrados. Es así como en base a la defensa del Estado Laico, las organizaciones de la sociedad civil de la región latinoamericana y caribeña -entre ellas, los grupos de mujeres- en las últimas semanas se han comprometido en una serie de encuentros destinados al análisis de la laicidad, a visibilizar los reclamos de sectores sociales que luchan por sus agendas ciudadanas, y a promover la creación de una Red Iberoamericana de Libertades Laicas que articule a la sociedad civil interesada en promover los valores laicos. Esto ha ocurrido en Bolivia, Perú, Chile y por supuesto en Brasil, donde en varios Estados están teniendo encuentros temáticos.

La Red de Salud de las Mujeres Latinoamericans y del Caribe, RSMLAC, participante activa de esta iniciativa ciudadana regional, se une comprometidamente a la defensa de los valores de la cultura laica en la certeza de que es la única vía para garantizar la libertad, la dignidad, la diversidad, la tolerancia y la autonomía de las personas, en especial la de las mujeres, quienes históricamente han visto constreñidos sus derechos humanos y los derechos sobre su cuerpo, su sexualidad y reproducción por la acción de los distintos fundamentalismos, en especial, el religioso.

En consecuencia, se hace eco de los postulados del Código Laico, elaborado el año 2001 por el Frente por el Fortalecimiento de la Cultura Laica de México que, entre otros puntos, señala:

* La democracia es laica o no es democracia. Los Estados confesionales no se legitiman en la soberanía popular y contradicen el principio mismo de la convivencia democrática.

* La democracia requiere del Estado y educación laicos para la coexistencia civilizada y pacífica, dentro de la diversidad y el pluralismo.

* Los gobernantes y representantes populares nutren su legitimidad democrática del consentimiento del pueblo y no de la ostentación de creencia alguna.

* Las posiciones antidogmáticas y tolerantes, y en ese sentido laicas, pueden encontrar la garantía de su existencia, de su convivencia y competencia recíproca en las reglas del juego democrático.

* Ningún dogma, aunque fuera “creído” por la totalidad de los ciudadanos, puede imponerse en una democracia como decisión política.

* Los dogmas (verdades absolutas e indiscutibles) son la base de las religiones, pero no de la política ni de la ciencia, las cuales deben fincarse en la razón.

* Es inaceptable utilizar políticamente lo religioso o religiosamente lo político.

* La libertad de pensamiento es un derecho opuesto a la imposición de un modo determinado de comprender cualquier cuestión o problema.

* El derecho al disenso es consecuente con el pluralismo. Siempre existe la libertad de debatir entre quienes pensamos distinto.

* La esfera de lo íntimo debe protegerse por el principio del máximo respeto por la autonomía individual y la privacidad.

Nota:

Para mayores informaciones sobre la constitución de la Red Iberoamericana de Libertades Laicas, acudir al siguiente enlace en internet: http://www.libertadeslaicas.org.mx

La propuesta de Declaración Universal sobre la Laicidad en el Siglo XXI, se encuentra en: http://www.libertadeslaicas.org.mx/paginas/DocuEspeciales/DeclaracionPresenta.htm


BOLETINA MUJER SALUDHABLE


2007-05


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