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Mujeres y Derechos Sexuales y Reproductivos

Por Ángeles Álvarez

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Artículo incluido en el libro "Mujeres: Igualdad y Libertad"

ÁNGELES ÁLVAREZ ÁLVAREZ es Militanta feminista y concejala del Ayuntamiento de Madrid

«¡Y ahora resulta que por decirles la verdad me he vuelto su enemigo!»

La Biblia

El derecho de la mujer a decidir sobre si la maternidad es una opción en su vida y cuándo desea hacerlo, es la esencia de los derechos reproductivos.

En España, la aprobación de la Ley Orgánica 9/1985 de Reforma del Aborto, artículo 417 bis del CP, respondió a la voluntad por parte del Gobierno socialista de dar cumplimiento a su programa electoral que incluyó la regularización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

Tras la despenalización de los anticonceptivos en 1978, se impulsaron proyectos de apoyo a la planificación familiar para paliar el desastre que suponía la ausencia total de recursos y métodos que evitasen los embarazos no deseados. En España, las organizaciones feministas ayudaban, entonces, a salir cada año a miles de españolas que deseaban decidir sobre el momento idóneo para ser madres. También movilizaban las conciencias, calentaban debates y estimulaban propuestas desafiantes. A la par los jueces, irrumpían en las incipientes clínicas de planificación familiar y procesaban correctivamente a quienes garantizaban desde su práctica profesional, ese derecho de las mujeres a decidir.

Hoy la realidad española es otra. El reconocimiento del derecho a la interrupción del embarazo en tres supuestos ha hecho las cosas menos traumáticas, pero la gran apuesta sigue pendiente, ya que son miles las que teniendo el derecho enfrentan dificultades o ignorancias para ejercerlo. Especialmente las jóvenes.

El feminismo, la práctica profesional y el sentido común han dejado claro que la salud reproductiva es esencial y que un fácil acceso a servicios de salud y a los métodos para prevenir embarazos no deseados, debe ir acompañado del derecho a una información temprana sobre la sexualidad. Cabe recordar a algunos que ¡se llaman políticas preventivas!

España es un país donde, dado que la salud es competencia de las comunidades autónomas, se hace evidente el desequilibrio de las políticas públicas de intervención social en función de la conceptualización de partida sobre este asunto.

Este hecho hace visible la teoría de que donde existen políticas que merman los fondos públicos para la planificación familiar el aborto se dispara.

El caso de la Comunidad Autónoma de Madrid es un ejemplo en este sentido.

Es evidente que la política pública sanitaria en este gobierno conservador en la Comunidad Autónoma de Madrid, más que tener como objetivo reducir los abortos, pretende reducir los derechos. Cito esta Comunidad, porque es en Madrid donde comenzamos a ver la que promete ser una feroz batalla de los conservadores contra el derecho al aborto.

En la Comunidad de Madrid, en los últimos años, y en este orden, se han reducido los apoyos financieros a las organizaciones de información sobre planificacion familiar, se disparan las subvenciones a grupos anti derechos reproductivos y aumentan en frecuencia e intensidad los ataques y hostigamientos a las clínicas y sus trabajadoras/es.

Sin embargo, la percepción es que estamos ante un tema superado. Pero son muchos los países donde los obstáculos para acceder a servicios médi¬cos o las prohibiciones de la planificación familiar llevan a muchas mujeres a situaciones límite. Cada año, en el mundo en desarrollo, se producen 19 millones de embarazos no deseados que terminan irremediablemente en un aborto realizado en malas condiciones. Estas intervenciones practicadas en clandestinidad o sin medios adecuados suponen una de las principales cau¬sas de defunción materna.

No podemos permanecer al margen de estas realidades, es una cuestión de principios y de estrategia. Sabemos que los derechos siempre frágiles se resienten rápidamente. Por eso, es preciso consolidar, robustecer y estabilizar las posiciones del conjunto de las mujeres. No me cansaré de insistir sobre la vinculación entre nuestros derechos (los de las mujeres de cualquier parte del mundo).

Para que exista estabilidad en relación a los derechos de las mujeres los procesos de empoderamiento han de ser constantes, y el conocimiento de las realidades sociopolíticas del conjunto del planeta un objetivo prioritario. La reacción no descansa y nosotras no deberíamos hacerlo.

El lobby «anti derechos reproductivos», ese que se gusta llamar eufemísticamente «provida» está detrás del activismo internacional que promueve atentados terroristas contra las clínicas y las activistas de derechos reproductivos en todo el mundo. La reacción organizada contra los derechos reproductivos se ha convertido en un movimiento muy activo y beligerante que actúa a nivel internacional y que busca la supresion de derechos de las mujeres como objetivo político prioritario. Incluye a grupos fundamentalistas de todo pelaje (católicos, evangelistas, musulmanes o laicos neocon).

Naciones Unidas es uno de sus principales campos de batalla. En las Conferencias internacionales sobre Población y Desarrollo (El Cairo, 1994) y sobre la Mujer (Pekín, 1995), hemos visto cómo las delegaciones estatales más conservadoras lideradas y abanderadas por el Vaticano hacen una oposición beligerante contra los derechos de las mujeres y especialmente contra sus derechos reproductivos.

Pero, ¿contra qué arremeten estos nuevos inquisidores? El plan de acción de la IV Conferencia Mundial de la Mujer, indica que los derechos reproductivos:

«se basan en el reconocimiento del derecho básico de todas las parejas e individuos a decidir libre y, responsablemente el número de hijos, el espaciamiento de los nacimientos y el intervalo entre éstos, y a disponer de la información y de los medios para ello y el derecho a alcanzar el nivel más elevado de salud sexual y reproductiva. También incluye el derecho a adoptar decisiones relativas a la reproducción sin sufrir discriminación, coacciones ni violencia, de conformidad con lo establecido en los documentos de derechos humanos. En el ejercicio de este derecho, las parejas y los individuos deben tener en cuenta las necesidades de sus hijos nacidos y futuros y sus obligaciones con la comunidad. La promoción del ejercicio responsable de esos derechos de todos debe ser la base primordial de las políticas y programas estatales y comunitarios en la esfera de la salud reproductiva, incluida la planificación de la familia».

Resumiendo, desde Naciones Unidas se promueve que a la hora de tener hijos, hombres y mujeres:

1. Contemos con la libre y responsable decisión sobre el número y espaciamiento.

2. Dispongamos de información para poder hacerlo adecuadamente.

3. Se nos reconozca que esa decisión es un derecho.

4. Finalmente, seamos responsables en el ejercicio de esos derechos.

Resulta exasperante ver el cuestionamiento de estos derechos. Objetar estos derechos supone poner en riesgo la vida de millones de mujeres. Cuestiona la vida a aquellas que no pueden hacer un uso libre de la sexualidad, que por culpa de una moral irracional y un modelo económico salvaje encuentran dificultades para afrontar adecuadamente el VIH/SIDA. Es la moral irracional que cuestiona este derecho, la que merma los recursos sanitarios y educativos para reducir la mortalidad materna, o inunda la vida de miles de mujeres con mensajes de sumisión, que perpetúan la violencia.

No es de extrañar que Stephen Lewis, enviado especial para SIDA en África, indique que «las mujeres están en gran peligro. Y las cosas no están mejorando» (1ulio de 2006, Comentarios al Panel de Alto Nivel sobre la Reforma de la ONU, LEWlS, S.)

Es bueno observar cómo la Iglesia Católica actúa en otras partes del mundo. A lo largo de 2006, en Argentina, en un acto intolerable de ingerencia en los asuntos estatales, ha tratado de presionar al Estado para evitar que ratificase el Protocolo CEDAW.

¿Por qué la Iglesia Católica ataca íninisericordemente al Comité para la eliminacion de la discriminación contra la mujer (CEDAW)? Sencilla¬mente porque la Iglesia, no comulga con las políticas públicas a favor de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Por supuesto, apoya la igualdad declarativamente, como es corrección política, pero evita por todos los medios que existan organismos y estrategias públicas para elimi¬nar los obstáculos que impiden que esa igualdad sea real.

Lo de Argentina no es nuevo, ni es el último intento, está en el marco de los ataques sin piedad y sin compasion hacia los principios y organismos que trabajan para que las mujeres tengan opciones.

Los integristas religiosos que dirigen hoy los pensamientos oficiales de las iglesias no quieren derechos para las mujeres... al menos no aquel que nos permita decir ¡NO! a los modelos que pretenden imponernos.

El control de las mujeres pasa por controlar sus opciones y restringir su capacidad de tomar decisiones. El Vaticano sabe que tener el control sobre nuestra capacidad reproductiva, es esencial, como instrumento de control de las mujeres. Sin lugar a dudas, poder decidir sobre el momento en que deseamos ser madres, ha posibilitado la independencia de las mujeres occidentales ya que al liberarnos del determinismo sexual, nos ha ofre¬cido la posibilidad de decidir, cuándo, cómo e incluso con quién, deseamos tener hijos/as. Sexualidad y reproducción son ejes esenciales para las vidas del conjunto de las mujeres, y son también, por tanto, los ejes esenciales de la represión fundamentalista.

El Vaticano es un caso paradigmático de acoso a estos derechos y merece atención especial porque capitanea el activismo antifeminista y antide¬rechos reproductivos.

El CENTRO PARA LOS DERECHOS REPRODUCTIVOS ha documen¬tado cómo la Santa Sede «usa su estatus ante las Naciones Unidas para obs¬truir los derechos y la salud sexual y reproductiva de las mujeres de todo el mundo». Esta contundente y clara afirmación se analiza en un documento imprescindible sobre el papel que este pretendido Estado juega en Naciones Unidas.

El documento analiza la posición de privilegio de la Santa Sede en Naciones Unidas al ser una entidad que tiene un lugar especial como «Es¬tado Observador Permanente No Miembro».

Este estatus, le otorga al Vaticano presencia en las conferencias mundiales con pleno derecho al voto, le permite tomar parte en las discusiones y decisiones de la Asamblea General y participar en agencias, comisiones y comités de las Naciones Unidas. Por tanto, estamos ante una entidad reli¬giosa que no ha ratificado la Convención sobre la Eliminación de Todas las

Formas de Discriminación Contra la Mujer, y que interviene en espacios donde se dibujan estrategias esenciales para millones de mujeres en todo el mundo.

La Iglesia Católica integrista cuestiona el derecho a la salud de las mujeres cuando antepone a nuestra salud y seguridad, la «misión» que ellos nos tienen encomendada, o cuando defienden posiciones de abnegación para las mujeres que cuesta la vida a demasiadas de nosotras.

Baste el ejemplo que refiere Marilen J. Dañguilan, sobre cómo el Papa Juan Pablo 11 en un proceso de beatificación alabó la abnegación de una víctima de violencia de género porque había que poner en valor, «su total fidelidad al compromiso asumido en el sacramento del matrimonio y las res ponsabilidades derivadas de él», aunque esto le costase la vida. (2) Marilen J. DAÑGUILAN, M. D., Wornen in Brackets: A chronicle of’Vatican Pon,er and Control, 1997, p. 43.

Observar las estrategias de acción de los países que en el ámbito internacional actúan para frenar derechos e imponer modelos rígidos y esencialistas resulta muy instructivo. Basta observar quién y cómo maniobra para eliminar derechos sustanciales para las mujeres. Hoy, EE.UU., el Estado Vaticano y otros estados de corte integrista conforman ese conglomerado que trabaja para bloquear el avance de las mujeres hacia la Igualdad.

No olvidemos que ésta fue la causa del impago de las deudas de EE.UU. con Naciones Unidas y el Fondo Monetario Internacional y que EE.UU. retiró todos los fondos dentro y fuera de sus fronteras a los que apoyasen la financiación de programas de educación sexual.

Y aquí en España, hagamos los preceptivos avisos ya que la derecha religiosa ha declarado la guerra a nuestros derechos reproductivos.

Fijaos que de nuevo el horizonte avisa: está en juego el derecho básico de las mujeres al control de nuestros propios cuerpos y de nuestras propias vidas. Por lo tanto, defendamos nuestros derechos y pasemos a la ofensiva.


http://www.mujeresenred.net/article...


2008-01


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