Por Soledad Murillo
Interveción realizada durante el II Encuentro de Mujeres Lideres Iberoamericanas.
El texto incluye el comentario a la conferencia de Alicia Miyares
Voy a mezclar ingredientes; por un lado la Ley, con la cual llevo más de dos años, empezamos en el 2005, y además de haberla seguido tanto tiempo, le debo el haberme permitido reflexionar sobre muchos aspectos que son importantes para nosotras, como mujeres feministas.
El origen de esta Ley es la necesidad de trasponer la Directiva, la Directiva 2002/73. Cumplir las directivas es una suerte de deberes que debemos cumplir, por eso me parecía tan importante apoyar la Constitución europea, especialmente para las mujeres. Volviendo a la directiva, ésta nos recomendaba: incrementar la tasa de empleo de las mujeres, tienen que trabajar la discriminación directa e indirecta, el acoso sexual en el trabajo y por supuesto todo lo relativo a la materia por discriminación por razón de sexo. Es decir, los presupuestos de protección en todo lo que deriva de la discriminación.
Y aquí empieza la adopción de una decisión política. Atreverse a ir más allá de la mera transposición o aprovechar para hacer un buen diagnóstico sobre la igualdad entre mujeres y hombres en nuestro país. Teníamos una ventaja, ya nos habíamos atrevido en ocasiones más difíciles, con una materia más compleja como la violencia ejercida sobre las mujeres...
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