Por Olga Castro Vázquez
Le tocó a miembras, pero podría haberle tocado a cualquier otra. Como cada vez que se feminiza una palabra, en los últimos meses disfrutamos de la indeseable e indeseada oportunidad de escuchar los rugidos discrepantes (y casi siempre insultantes) que atacan al lenguaje no sexista. Tanto si se trata de una oposición desde la lingüística tradicional que cuestiona el lenguaje no sexista por supuestamente corromper la gramática, como si consiste en un rechazo basado en meras opiniones inconsistentes que tergiversan de forma malintencionada los objetivos del lenguaje no sexista y difunden falsos mitos aprovechando las influyentes columnas de opinión de los medios de comunicación, estas reacciones esconden profundas concepciones misóginas que consideran el lenguaje no sexista como una verdadera amenaza contra el orden establecido que tanto los beneficia.
A estas alturas de la vida, las y los feministas sabemos que estas reacciones carecen de credibilidad. Sin embargo, no podemos obviar que las tergiversaciones con frecuencia consiguen su pernicioso objetivo de confundir a la opinión pública sobre lo que en realidad es y persigue el lenguaje no sexista. Con el propósito de contribuir a despejar estas confusiones, en este artículo repasaré algunas de las falacias y acusaciones más frecuentes contra el lenguaje no sexista, para rebatirlas una a una con los argumentos críticos que nos proporciona la lingüística feminista en sus múltiples caracterizaciones.
Versión original en gallego publicada en O verbo patriarcal (monográfico número 24, en la revista Festa da Palabra Silenciada). Más información: http://blogs.crtvg.es/mu/diariocultural/2009/02/04/a-festa-debate-sobre-o-verbo-patriarcal/
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