En la última década, el acceso a las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) y su uso se han convertido en la fuerza motora que une a cientos de organizaciones y movimientos cívicos latinoamericanos para que se asegure el derecho de la ciudadanía de saber qué hacen sus gobiernos y cómo se asignan los recursos públicos.
Algunos de estos reclamos reflejan directamente inquietudes anticorrupción. Otros están más generalmente relacionados con la intención de mejorar la gobernabilidad y la democracia con la apertura de los gobiernos y las organizaciones intergubernamentales a un escrutinio externo, lo que contribuye con los esfuerzos anticorrupción.
Los medios de comunicación electrónicos, los blogs, mass-mailings, la explosión de datos disponibles al público a todos los niveles, están ayudando a tener más informaciones independientes de censura y transparente respeto a los medios tradicionales. Cabe destacar que, debido a la inmensa cantidad de información disponible, no es fácil comprobar la veracidad de las fuentes y la calidad de las informaciones.
El Informe sobre Comercio Electrónico y Desarrollo (ONU, 2003) señala que en América Latina, durante el periodo 2001-2002, se registró un crecimiento del 35 por ciento de usuarios. De 17.6 millones se pasó a 35.4 millones.
Entre estos internautas el 38 por ciento son mujeres. Esta cifra es relativamente alta si consideramos que en la Unión Europea solamente el 25 por ciento de internautas son mujeres, 19 por ciento en Rusia, 18 por ciento en Japón y 4 por ciento en Oriente Medio (OIT, 2001).
La gran mayoría de las mujeres latinoamericanas que tienen acceso a las TIC están alfabetizadas, poseen un cierto nivel de educación en el uso de las TIC y tienen el poder adquisitivo para pagar una conexión en sus hogares o en el cibercafé. Además, tendrán conocimiento de inglés, considerando que el 80 por ciento de toda la información en línea está en ese idioma.
TECNO RICAS Y TECNO POBRES
Se marca entonces la diferencia entre las "tecno ricas", quienes tienen acceso a la infraestructura y educación necesaria para su aprovechamiento productivo y las "tecno pobres", para aquellas que por razones económicas, educativas, culturales, etcétera, quedan al margen de sus beneficios. Es evidente que las mujeres pobres y con pocos ingresos, no pueden aprovechar de las oportunidades y beneficios que aportan las TIC.
Este creciente, aunque no todavía suficiente, uso de las TIC por las mujeres latinoamericanas está disminuyendo la brecha digital de género de forma que las mujeres puedan reducir los efectos negativos que surgen por su falta de acceso.
La brecha digital de género, agrava las diferencias profesionales y laborales en general y sus consecuencias en términos de salario, estabilidad de empleo, credibilidad y reconocimiento profesional; genera desaprovechamiento de las TIC para la corrección de las propias desigualdades ocasionadas por los roles reproductivos (por ejemplo, las mujeres en maternidad podrían seguir trabajando desde sus casas); retrasa el despegue y desarrollo del comercio electrónico; restringe y retarda la adopción de innovaciones (por ejemplo, inscripción a servicios on-line).
En cambio, una mayor utilización de las TIC podría incentivar a que las mujeres tomen parte activa a redes de apoyo y defensa de los derechos de las mujeres y accedan a nuevos trabajos y oportunidades; participen en iniciativas de aprendizaje interactivo; tengan la oportunidad de recibir informaciones de calidad no disponibles en otros medios de comunicación tradicionales.
TIC Y REDES
El uso de las TIC puede considerarse una útil herramienta de apoyo para la constitución de redes (ministras, municipalistas, activistas para los derechos de las mujeres, periodistas con perspectiva de género, asociaciones feministas, etcétera), observatorios de igualdad de género, campañas internacionales para los derechos de la mujer y medios de comunicación con perspectiva de género.
Por un lado, es importante incrementar el uso de las TIC por las mujeres en términos cuantitativos, disminuyendo la brecha digital tanto de género como de ingreso, por el otro es necesario admitir que el mero acceso a las TIC no significa necesariamente que las tecnologías tengan un impacto positivo o empoderen las mujeres.
Las TIC pueden ser una herramienta de apoyo y un instrumento de incentivación para crear o consolidar formas de diálogo, asociacionismo y cooperación para llevar al debate público on-line y off-line.
MUJERES Y TIC EN LA POLÍTICA
Considerando que la producción y difusión de la información pública (que incluya datos sobre las decisiones políticas y el impacto que estas decisiones tienen sobre la población) es todavía de escaso dominio público, las TIC pueden ser una herramienta para una información y una gestión pública más transparente y hasta más “democrática”, permitiendo también una mayor participación ciudadana.
Las iniciativas estatales son a menudo llamadas “gobierno electrónico” o “democracias digitales”, sin embargo estos términos son vagos y a veces confunden. Es necesario hacer una distinción entre e-gobierno, e-gobernabilidad y e-democracia.
Si la primera es el uso de las TIC por los gobiernos con el objetivo de modernizar el Estado, la segunda es el uso de las TIC para mejorar su capacidad de acopiar las demandas sociales e identificar las soluciones. Por el otro lado, la e-democracia es el uso de las TIC para facilitar las posibilidades de una mayor participación ciudadana en los procesos democráticos a través de la transparencia, responsabilidad y acceso a la información (Martínez y Reilly, 2002).
Las instituciones públicas se están focalizando primariamente en la moderación de la administración, provisión de servicios y comercio electrónico (Reilly, 2002), enmarcando estas iniciativas en el e-gobierno y e-gobernabilidad, más que en una real difusión de informaciones sobre los procesos de tomas de decisiones.
Asegurando iniciativas de e-democracia, los gobiernos podrían incrementar la capacidad de los grupos marginados, y de las mujeres en particular, a participar en los procesos de formulación, implementación y monitoreo de las políticas públicas.
Esto es motivado por el hecho que las mujeres no son solamente usuarias y consumidoras (individualmente) de las TIC, sino actoras organizadas (colectivamente) que tratan de participar en los procesos políticos y de toma de decisiones. Ellas pueden usar la información pública como insumo en sus agendas y ponerlas al servicio de otras para generar cambios.
Como sugiere Tauli-Corpuz “los movimientos de mujeres pueden promover una participación efectiva de las mujeres a través del desarrollo del sistema informativo, desde la determinación de necesidad hasta el acceso, gestión y control”.
“Las TIC y la política” implica dirigir las acciones de cabildeo para cambiar/abrir/mejorar/ las interacciones entre el Estado y la sociedad civil. Las mujeres organizadas pueden utilizar en este sentido las TIC para modificar los flujos informativos y comunicativos y alimentar esta interacción.
Además, las mujeres organizadas pueden utilizar las TIC para generar un amplio movimiento virtual nivel regional e internacional para impulsar el cambio de modelos a fin de contribuir a que la sociedad de la información sea realmente una sociedad más equitativa.
Por el otro lado las redes y organizaciones de mujeres pueden incentivar a los gobiernos para que incluyan en sus iniciativas on-line informaciones sobre los derechos de las mujeres, para que provean datos desagregados por sexo y faciliten el acceso de las TIC a las mujeres en situaciones desaventajadas.
* Comunicadora asociada al Instituto Internacional de la Organización de las Naciones Unidas de Investigaciones y Capacitación para la Promoción de la Mujer (UN-INSTRAW).
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