Por Jorge Bustos
En la lucha de las mujeres en España hay pocos nombres más autorizados. La ex portavoz de Igualdad del PSOE hoy ve alarmada la asunción de las tesis de Podemos por parte de su partido
La casó Pedro Zerolo. El suyo fue el primer matrimonio entre lesbianas que se celebró en el Ayuntamiento de Madrid. En los 80 ya era activista. Elaboró la primera guía contra la violencia machista y lideró ese pacto de Estado. No acepta lecciones de feminismo ni del Gobierno, y menos aún de Irene Montero y Yolanda Díaz. Alza la voz en denuncia de una ley que cree nociva para las mujeres.
Se retrasa la tramitación de la Ley Trans. ¿Es suficiente con replantear el texto o a su juicio hay que evitar su aprobación?
Una ampliación del plazo parlamentario de enmiendas no es un retraso en la tramitación: es una práctica ordinaria en el quehacer parlamentario. Todo sigue igual.
Luego el temor de feministas como usted está igual de justificado.
Absolutamente.
Carla Antonelli anuncia su baja de militancia del PSOE y afirma que esta ley la elaboró el propio PSOE en 2017. ¿Qué ha cambiado?
La ley de 2017 la redactó la FELGTBI Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más. No la redactó el PSOE. Es cierto que hubo una propuesta socialista para modificar el artículo 4 de la ley de 2007. Son dos cosas distintas. Pero en todo caso coincidían en lo sustancial. Lo que ha cambiado es que ha habido una toma de conciencia: el feminismo no estuvo atento a los procesos que se estaban produciendo en las comunidades con la puesta en marcha de las leyes autonómicas. Y cuando esta ley llega al Congreso, el feminismo presta atención a un texto legislativo cuyo párrafo tercero de la exposición de motivos decía que el género es una identidad humana. Creo que en ese momento al feminismo se le encendieron todas las alarmas. Se inició entonces un análisis detallado de la propuesta legislativa y de sus consecuencias e impacto social. Y a partir de ese instante el feminismo se pronuncia.
¿Tiene que ver el hecho de que en otros países estén dando marcha atrás a legislaciones parecidas?
Por supuesto, pero en 2017 el feminismo español ya fue alertado por el feminismo anglosajón, que ya estaba en plena batalla ideológica sobre este asunto. Esa alerta ayudó a despejar muchas dudas sobre temas en los que no nos habíamos fijado. Por ejemplo, el deporte. El impacto de la Ley Trans en las categorías deportivas femeninas resulta paradigmático para que la gente comprenda con claridad la problemática que plantea una ley así. Pero impacta en muchos otros ámbitos. El daño sobre la infancia por ejemplo, nos abrió los ojos. Hay dos datos determinantes, que los tenemos por otros países, porque en España hay un auténtico oscurantismo respecto a la información referida a la transexualidad. Uno es que la mayoría de los menores que piden transicionar son niñas, en un porcentaje de más del 80%. Y dos, en un porcentaje similar, cuando pasan la pubertad esos menores desisten de seguir adelante con la transición, porque lo que suele ocurrir es que tenían malestares vinculados con el género, pero no necesariamente ese malestar ha de cursar con transexualidad. Y por tanto, iniciar muy pronto tratamientos relacionados con bloqueadores hormonales o las mutilaciones tempranas interpela al Estado, que tiene su responsabilidad directa en ese daño. Pensemos que la seguridad social británica acaba de cerrar sus unidades de género, y tienen demandas de más de mil familias por incitar y dirigir determinados malestares de la adolescencia hacia la transexualidad.
Yolanda Díaz acaba de apoyar las tesis de Irene Montero y está presionando para aprobar la ley, al mismo tiempo que reivindica la bandera feminista dentro del Gobierno de coalición. ¿Son a su juicio compatibles ambos papeles?
El pronunciamiento que ha hecho esta semana Yolanda Díaz esta semana contradice lo que viene contando en los cenáculos madrileños. Ella tendrá que dar explicaciones a su conciencia de su supuesto feminismo. Y digo cenáculos porque ella se había cuidado mucho de pronunciarse en público. Supongo que se deberá a los socios que está buscando para su aventura política, que de feministas tienen poco. Sobre todo si consideramos que son abanderados de los intereses del proxenetismo como la señora Colau. El PSOE ha hecho siempre una apuesta por el feminismo ilustrado, por la agenda de la igualdad entre hombres y mujeres. Una agenda que nos ha costado luchas muy arduas, pero que ha colocado a las mujeres de este país en un tiempo récord en parámetros equiparables a los países más avanzados. Irene Montero no representa ese feminismo. A Irene Montero ha habido que arrastrarla hacia determinadas posiciones feministas como la abolición de la prostitución. Podemos ha planteado una batalla al PSOE en este tema porque tiene interés en arrancarle banderas, y es indiscutible que la de la igualdad la venía portando el PSOE. Y así debería seguir siendo. Yo espero que el socialismo tenga la sensatez de seguir defendiendo ese feminismo ilustrado.
Pero si este Gobierno acaba aprobando la Ley Trans en sus términos actuales, ¿habrá abdicado en ese instante del feminismo ilustrado?
Sin duda. Si lo hace, en los términos en los que está la ley en estos momentos, será un derrota ideológica. Significará que ha abandonado uno de los pilares que sustentan la ideología del PSOE. Nosotros como socialistas tenemos en cuenta la realidad material. Lo dicen los papeles de todos nuestros congresos. Abdicar de que la realidad material importa, ¿dónde nos colocaría?
¿Por qué la autodeterminación de género borra a las mujeres?
La biología determina en algunos aspectos posiciones de desventaja para las mujeres. A nadie se le oculta que la envergadura física de las mujeres es distinta a la de las hombres. Nosotras tenemos otro tipo de capacidades. No son ni más ni menos importantes en las sociedades avanzadas. Tenemos categorías deportivas distintas en función de la edad y el sexo porque la edad y el sexo marcan diferencias físicas que dan ventaja competitiva a unos en contra de otros. Por eso las sociedades avanzadas estipulan sistemas de protección que permitan la igualdad en la diferencia. Porque no somos iguales. Pero me gustaría pedir a los medios que abandonen el marco conceptual que impone Podemos: la ley no va de la autodeterminación del género. El género no es una categoría jurídica. Lo que modifica esta ley es la categoría jurídica del sexo registral. Por tanto se está utilizando el concepto de género para ocultar que lo que se pretende eliminar o ficcionar de manera generalizada es el sexo jurídico, que concuerda con el sexo biológico que tienes -y da fe de ello un médico cuando naces-. Los registros civiles deben dar fe de hechos ciertos. No pueden dar fe de ficciones. Lo que hace la ley del 2007, la que está en vigor, es que de manera excepcional permite el ficcionado jurídico del sexo a personas transexuales cuya disforia de género ha sido certificada por el Estado a través de profesionales. La que se quiere aprobar ahora pretende que el sexo sea algo subjetivo y que pueda modificarlo cualquier persona, sea o no transexual. Lo curioso es abrir la posibilidad de la ficción para una sola categoría jurídica, que es el sexo, pero no para la edad.
Han acusado a Amelia Valcárcel de tránsfoba por una entrevista en este periódico. ¿Cabe oponerse a la Ley Trans sin caer en la transfobia?
El movimiento transgenerista ha armado toda una batería de términos -no solo el de «transfobia»- para decirnos «cállate». Son términos utilizados como instrumentos de censura para evitar el debate. Lo que el feminismo plantea no merma ningún derecho de las personas transexuales. Lo que hace es buscar elementos de seguridad para personas que en determinadas circunstancias necesitan protección especial. Por ejemplo, en las casas de acogida. O en las cárceles. ¿Por qué no existen cárceles mixtas? Porque las mujeres estarían expuestas a una violencia que el Estado no puede consentir. Y por tanto articula espacios de seguridad. Como los propios baños públicos o los vestuarios de los gimnasios.
Irene Montero afirma que los derechos de los transexuales no pueden esperar más. ¿No comparte usted que el colectivo trans sufre una discriminación especial que aconseja una protección especial?
Sin duda habrá que desarrollar planes, estrategias, medidas de todo tipo para que personas que pertenecen a un colectivo particularmente discriminado tenga apoyos del Estado para combatir esa discriminación. Eso no está en cuestión. El problema es que esta ley no va sobre transexualidad sino sobre el borrado jurídico del concepto sexo. De hecho no hay una sola ley de esta legislatura que no se haya aprovechado para introducir una cláusula de identidad de género, que es profundamente sexista, y por tanto machista. Porque viene a defender que el género -es decir, el constructo cultural que hace que hombres y mujeres tengamos papeles sociales diferenciados- termine siendo una identidad humana. ¿Alguien se ha parado a pensar en profundidad qué significado político tiene eso? Pues el reforzamiento de los estereotipos diferenciados en función del sexo que se quería combatir.
Con esa postura, el PSOE se expone a ser expulsado del Orgullo Gay, según amenaza la FELGTBI...
Estas amenazas no son nuevas. Yo las he vivido reiteradamente en los últimos años. Ha habido partidos políticos, y gays y lesbianas de partidos políticos, que han sido linchados en las manifestaciones del Orgullo. Javier Maroto, el actual ministro del Interior y yo fuimos señalados como tránsfobos en Chueca hace un par de años. Hay sectores dispuestos a utilizar la violencia y los sistemas de censura para cancelar el debate. ¿Es legítimo que la FELGTBI patrimonialice un espacio que es de todos? En función de lo que se responda a esa pregunta, el PSOE debe temer esa amenaza o tener el orgullo de defender la libertad.
¿Renunció Sánchez al feminismo socialista cuando entregó el ministerio a Irene Montero?
La entrega de esa cartera atenderá a criterios que conocerá el presidente, yo los desconozco. Pero fue un error. El partido Podemos está tratando de construir un relato de lucha de poder: la Ley Trans como arma para suplantar el feminismo socialista mediante una operación de entrismo que hace palanca sobre la buena fama del movimiento LGTBI. Pero las mujeres del Partido Socialista no estarían en esta batalla si Irene Montero fuera una mujer que defendiera posiciones feministas. El PSOE no debe moverse de sus posiciones históricas en el feminismo, que son compatibles con haber abanderado la lucha por los derechos LGTBI.
Se cumplen 40 años de la victoria de Felipe González. ¿Avala él la política de igualdad de Sánchez?
Felipe lo que habría hecho de momento es sentarse a escuchar. Haber permitido el debate interno en el partido, que no se ha producido. Y a partir de ahí habría tomado decisiones. Es un problema de talante.
¿Justifica la discrepancia por la Ley Trans la ruptura de la coalición?
Este tema es de un enorme calado. Afecta a la convivencia entre hombres y mujeres, entre niños y adultos. Estamos ante una de las leyes de mayor impacto social de los próximos años. Entre los militantes socialistas creo que hay mucha inquietud en estos momentos, cada vez son más conscientes de las consecuencias de esta ley. Por tanto, sí: yo no tendría ningún problema en romper el Gobierno por este motivo.
Usted lideró un pacto de Estado contra la violencia machista en el que Podemos se abstuvo. ¿Por qué?
Porque siempre ha querido diferenciarse. A costa de lo que sea, da igual. Podemos en realidad es un partido antisistema. No le interesaban las medidas que eran útiles para las mujeres, sino que el titular del día siguiente dijera que ellos pedían más. Pero el trabajo, el esfuerzo y el resultado para al sociedad española lo consiguieron quienes fueron capaces de renunciar a algunas posiciones para apuntalar otras. Cuando alguien está en política para imponer su modelo, entonces se mueve bajo parámetros totalitarios.
Si la ley al fin se aprueba, ¿tendrá coste electoral para el PSOE?
Ya lo está teniendo. No va a hacer falta ni llegar a las elecciones. Las encuestas dicen que eso ya está ocurriendo, sobre todo en el electorado femenino. Pasó igual en el Reino Unido. Son las mujeres laboristas las que están tratando de reconducir al partido hacia la sensatez: legislar sin vulnerar los derechos de nadie.
Puesta en la tesitura de tener que elegir entre sus principios feminista y su lealtad al PSOE, ¿sería capaz de romper el carné?
No: la apuesta es luchar dentro del partido para que el partido recupere el lugar donde siempre ha estado: en la defensa de la igualdad.
¿Y militantes como usted votarán al PSOE pase lo que pase?
La gente votará en función de las decisiones políticas que tomen los partidos. Abandonar un partido siempre es difícil. Para que se fueran tienen que pasar cosas muy graves.
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