Por Susana Guerrero Salazar y Emilio Alejandro Núñez Cabezas
MEDIOS DE COMUNICACIóN Y ESPAñOL ACTUAL
Susana Guerrero Salazar (Ediciones Aljibe)
Precio:16,50 €
ISBN: 849700065X.
268 p. ; 24x17 cm. - 1ª ed., 1ª imp. (2002).
“Medios de Comunicación y Español Actual”, de Susana Guerrero Salazar y Emilio Alejandro Núñez Cabezas, libro en el que se pretende recoger y analizar el especial uso que se hace de nuestra lengua en los medios de comunicación. Para ello, se realiza un riguroso estudio mediante una muestra significativa de casos, recogidos en los medios de comunicación, especialmente radio, televisión y prensa, durante un periodo amplio de tiempo. Los autores han consignado ciertas tendencias (léxicas, morfosintácticas, ortográficas, etc.) que deberían ser evitadas, con intención no sólo de reprobar, sino de dar una alternativa. Se completa con la definición de lenguaje periodístico y su relación con el lenguaje político, así como un capítulo dedicado al sexismo lingüístico en el que se recoge su definición, estrategias no sexistas y varios tipos de ejemplos, igualmente tomados de los medios de comunicación.
Guerrero Salazar y Núñez Cabezas nos ofrecen un trabajo dedicado al estudio del español actual en el lenguaje periodístico. Muchas son las monografías dedicadas a este tipo de investigaciones y la que aquí se reseña reúne condiciones y características que aúnan esfuerzos anteriores. Es un lugar común que la mayoría de las irregularidades que traspasan la norma del español procede del lenguaje periodístico, sin embargo los autores avanzan un paso más al mostrarnos las concomitancias y similitudes del lenguaje político con el lenguaje periodístico, y con ello, que no todas las irregularidades son fruto de los errores que cometen los redactores, locutores y presentadores de televisión. El libro consta de cuatro capítulos, de desigual extensión, en los que pasan revista a las características del lenguaje de los medios de comunicación.
En el primero se describe el lenguaje periodístico y se hace una comparación con el lenguaje político. Una vez establecidos los rasgos distintivos de uno y otro, pasan a estudiar las contaminaciones que sufren. Así se comprueba que la influencia del lenguaje político sobre el periodístico es mayor que la inversa. El hecho de que el lenguaje periodístico se sirva, con frecuencia, del político, determina esta influencia. Se trata de un capítulo breve pero muy riguroso y clarificador.
El segundo capítulo, los autores se ocupan de las características del español utilizado en los textos periodísticos. Se estudia, sobre todo, textos de la prensa escrita, aunque no faltan observaciones relativas a usos lingüísticos de la radio y la televisión. Encontramos todo tipo de géneros periodísticos, lo que provoca la utilización de registros léxicos y recursos sintácticos diferentes. Quizá se eche de menos un estudio que tenga más en cuenta las diferencias entre los distintos géneros. Este capítulo es más extenso y es el que constituye, en gran medida, la aportación central de este trabajo. Los autores repasan, en un primer momento, las características generales del lenguaje periodístico, esto es, el orden de palabras, el uso de determinadas categorías morfológicas, como el verbo o el adjetivo, cuestiones de estilo, eufemismos utilizados, etc. En definitiva, vienen a demostrar que para conocer la situación del español actual en los medios de comunicación hay que pasar por el estudio de aspectos morfosintácticos, léxicos, cuestiones de semántica, cuestiones de fraseología, etc.
Por otra parte, en este mismo capítulo, se estudian los procesos de creación léxica más frecuentes en el lenguaje periodístico y en el español general. “Las modificaciones sociales y las nuevas realidades históricas influyen enormemente en el léxico. En el ámbito periodístico se mezclan, en ocasiones, la necesidad de expresarse de una forma culta o pseudocientífica y el deseo de encontrar el término distintivo, aquel que confiere dignidad, distinción o apariencia de cultura”(p. 65). Esto revierte en la creación de nuevos términos, muchas veces innecesarios porque ya disponemos de otros con el mismo significado: “El lenguaje periodístico expande y consolida numerosas palabras, muchas de las cuales no son necesarias porque la lengua ya posee un término válido para expresar ese significado” (p. 65).
Los autores señalan una gran diversidad de procedimientos de creación léxica basados en diferentes factores y recurriendo a trabajos realizados por otros investigadores. Encontramos un estudio de la derivación, tanto por prefijación como por sufijación, muy extenso. La forma de presentar los resultados es muy sistemática: en el encabezado el prefijo o el sufijo y seguidamente una amplia batería de ejemplos, que aporta claridad en la exposición. También tratan los diferentes procesos de composición léxica: los conglomerados (cazafantasmas o liberalconservador) y las sinapsias (pistoletazo de salida, tecnología punta, factores clave).
Otra forma de construir nuevas palabras es la que se denomina parasíntesis (antibelicista e inabdicable). El último proceso que tratan es el de la creación léxica mediante siglas. Diferencian entre sigla (IPC o NIF) y sigloide. Un ejemplo es pyme (Pequeña y Mediana Empresa) que ha interpuesto la conjunción y con la intención de facilitar la pronunciación.
También hay reflexiones acerca de la utilización y adopción, en ocasiones abusiva, de extranjerismos léxicos y sintácticos. Los autores citan de un lado la importación (lobby, body milk) y de otro la sustitución (chatear o chequear). En cuanto a los extranjerismos sintácticos, advierten que los medios de comunicación contribuyen a la fijación de esquemas ajenos a nuestra lengua. Un ejemplo es en mi opinión, procedente del inglés in my opinion.
La procedencia de todos estos términos es muy diversa. Aunque, como cabría esperar, la mayor parte de los extranjerismos adoptados por la lengua española procede directamente del inglés, no se debe olvidar que existen otras lenguas -por ejemplo, el francés- cuya influencia no fue despreciable años atrás, aunque ahora, por motivos diversos, sea menor. En el capítulo tercero, los autores se acercan a los principales errores que detectan en los medios de comunicación. Por una parte estudian las desviaciones ortográficas, tanto de acentuación como de puntuación; por otra las morfosintácticas y, por último, las léxicas.
El último capítulo, mucho más breve, trata de una cuestión de grandísima actualidad, no exenta de polémicas sociales: el sexismo lingüístico. En los medios de comunicación, el sexismo lingüístico tiene, según los autores, dos causas principales, “Por un lado, la pérdida de retórica y de conocimiento de la lengua. Por otro, la premura, esto es, la rapidez de las entrevistas, etc., que hacen que el discurso, con frecuencia, sea espontáneo y esté poco elaborado”( p. 233).
En resumen, nos encontramos ante una monografía de gran interés, tanto por los temas que se tratan como por las conclusiones que se ofrecen. La forma de exponer los resultados de la investigación la convierten en un buen libro para investigadores y alumnos, así como para los profesionales de la comunicación.
Por último hay que señalar que la sistematicidad de los capítulos centrales revierte en el rigor que se espera de un trabajo de estas características. En definitiva, un buen trabajo, completo, que aporta una visión global de la situación del español actual en los medios de comunicación.
Álvaro BALIBREA CÁRCELES abalibre@alumni.unav.es
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