Yo, de forma libre y autónoma (olvidando las palizas recibidas y la explotación sufrida desde que salí de mi país), acuerdo de forma oral con usted el cliente (léase prostituidor) que previo pago de la cantidad más adelante reseñada, le prestaré los servicios sexuales remunerados que detallamos a continuación.Chupársela tres veces, dejarle eyacular en la boca, coito vaginal con preservativo, que corre de mi cargo por supuesto, al tiempo que usted queda exonerado si en el contacto de la prestación rompe mi ropa interior, o casualmente se le va un poco la mano. De otro lado, queda garantizado que la mercancía, es decir, la mujer que le presta libremente el servicio, ha sido revisada para su total garantía de uso.
También se le exonera si en el fragor de la prestación se quita el preservativo y me regala alguna enfermedad de la que, seguro, es portador. Todo esto lo acordamos de forma oral mientras usted ya me llena la boca, pero yo estoy muy contenta porque la ley que se quiere aprobar me garantiza que lo hago libremente y en igualdad de oportunidades con quienes la han redactado, aunque con la pequeña diferencia de que el embarazo no deseado, la enfermedad sexual transmitida por el prostituidor y el mamporrazo, me los llevo yo.
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