Por Angela Neri
Fuente: El Plural
"La otra parte del cielo" como algunos definen a las mujeres supone para la derecha latina un verdadero quebradero de cabeza. Que se lo digan a Silvio Berlusconi, primer ministro italiano quien en su primer enfrentamiento mediático con el candidato del centro-izquierda, Romano Prodi, explicó la ausencia de mujeres de los centros de poder asegurando que ellas prefieren quedarse en casa cuidando de su familia.
Fue en su primer enfrentamiento mediático con Prodi, a quien Berlusconi llama despectivamente "mortadela". El primer ministro sufrió su primera gran derrota, según las encuestas posteriores.
Las mujeres, en casa cuidando de su familia Durante el debate, de una hora de duración, Berlusconi manifestó su nerviosismo ensañándose contra su bloc de notas. Ante la pregunta de un periodista sobre la sobre la poca presencia de mujeres en el Gobierno (sólo cuenta con dos, Stefania Prestigiacomo y Letizia Moratti) y órganos de decisión de los palacios romanos, Il Cavalieri respondió, incluso con tono conciliador, que las mujeres prefieren quedarse en casa cuidando a su familia y que ninguna señora acepta de buen grado dejar su casa para irse a Roma, que es una lata.
Berlusconi prefiere las mujeres de su television Las mujeres que prefiere Berlusconi son las que no se ocupan de política, las que propone él en sus programas que, cualquiera que sea el tema, a pesar de que sea en franja protegida muestran generosamente su cuerpo. Sucede que como las transmisiones de la televisión italiana se ven en países como Siria, algunas estudiantes han preguntado por qué en casi todos los programas las chicas van casi desnudas si esa costumbre tenía algún significado simbólico que ellas no percibían.
Berlusconi es coherente con la visión que tiene del eterno femenino, como cuando estuvo en América y, hablando ante un público de empresarios los animaba a ir a Italia porque allí encontrarían chicas muy guapas, como secretarias.
Zaplana, otro empedernido seductor
Qué se puede decir del otro político latino, Eduardo Zaplana, con la misma identidad cultural, que con mezquindad intenta dejar a la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa De la Vega, en mal lugar hablando de " su afición a los disfraces" de su reciente viaje en Kenia? Les cuesta a estos hombres que se ven como empedernidos seductores reconocerle a la mujer otro papel que no sea el que ellos, paternalmente, le quieren asignar.
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