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Mujeres e industrias culturales. Michèle Mattelart: La cultura de la opresión femenina

Por Miguel Porta

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Nota de Mujeres en Red. Cuando estudiamos en la Facultad de Ciencias de la Información, nos contaron mucho sobre Armand Mattelart, pero muy poco o simplemente nada sobre el trabajo de su esposa Michèle. El libro que se publicó en España en 1982 sobre mujer y comunicación hubiera sido una buena pista para empezar a trabajar en comunicación y género pero nuestros profesores y profesoras no habían focalizado en el tema.

En Mujeres en Red estamos recuperando algunos textos para trasladar a Internet la reflexión feminista a lo largo de la historia.

Por ello, y porque consideramos que desgraciadamente el pensamiento de Michele Mattelart es todavía vigente en muchos aspectos, referenciamos su libro y hemos transcrito un estupendo comentario sobre el libro publicado en 1982. Que lo disfruteis!! Montserrat Boix


Autora : Mattelart, Michèle.
Título : Mujeres e industrias culturales.
ISBN : 84-339-0764-6.
Edicio : Barcelona : Anagrama , 1982.
Colección : Cuadernos Anagrama. Comunicación.

“Mujeres e industrias culturales” -trabajo realizado en 1981 por encargo de la División para el Desarrollo Cultural de la UNESCO- es la última e interesante obra de Michèle Mattelart traducida al castellano. A partir de la hipótesis (suficientemente razonada y demostrada en trabajos anteriores de la autora) de que los media están condicionados histórica y socialmente y que su función es la de responder a las necesidades de un sistema de poder manteniendo la cohesión necesaria, a fin de garantizar el funcionamiento armonioso del cuerpo social y la coexistencia en su seno de los diferentes grupos y clases, Michèle Mattelart se pregunta por la forma de actuar de los media y la cultura de masas sobre la mujer, y por el tipo y función de la imagen de mujer que movilizan estos media.

La tesis de la autora es que la mujer es uno de los blancos predilectos de la comunicación de masas, que intenta, mediante un nuevo orden de representación simbólica, lograr que la mujer cumpla dos funciones generales que el sistema les tiene asignadas: por un lado, a la mujer se le otorgaría la misión de pacificar, equilibrar y resolver ciertas contradicciones especiales del sistema (en familia, educación, etc) mientras que, por otro lado, la mujer debe asumir e interiorizar el papel de pilar de la economía de apoyo (reconstrucción de la fuerza de trabajo mediante el trabajo invisible -devaluado y no pagado- que asegura el funcionamiento del sistema y permite una alta tasa de extracción de plusvalía del trabajo del marido, e indirectamente, también del de la mujer).

Los media, a través de fotonovelas, revistas femeninas, seriales radiofónicos, telenovelas, programas femeninos, etc. (que van evolucionando y adaptándose según los tiempos), se aplican a acompañar la cotidianidad femenina creando u ideal y una imagen de mujer completamente mixtificada mediante la consagración del hogar como lugar natural en donde la mujer “puede liberar mejor sus talentos, desarrollar sus dotes de imaginación y aprovechar todas las facultades que habría desplegado en el exterior”.

Así pues, y como reza el eslogan de una conocida colección de libros femeninos de una multinacional canadiense, la cultura massmediática traslada a la mujer “a un mundo maravilloso del que seréis la única heroína”.

Pero ¿Cuáles son los valores y la concepción del mundo que se transmiten impunemente a la mujer a través de los mensajes bombardeados por los media? La cultura de masas diseñada para la mujer transmite aquellos valores y aquella concepción del mundo que corresponde al sistema de poder capitalista establecido: la recompensa corona a los buenos y virtuosos, exaltación del matrimonio, del sacrificio, del valor, de la abnegación, del deber cumplido, del amor (que puede superar las diferencias de clase), etc.

La solución de los problemas y contradicciones es además, siempre una tarea individual y nunca colectiva, convirtiéndose los media en el lugar privilegiado de cristalización ideológica en el que , en palabras de Mattelart, “se fagocitan los elementos disruptores, se abosorben las representaciones que rompen con la regla e introducen en el desorden”. En resumen, los media son el lugar en donde se reducen las contradicciones sociales y en donde “el orden no necesita hablar de política para hacerla”.

Conviene recalcar que el modelo de mujer que construye y transmite la cultura de masas a través de los media (un modelo, por lo demás, sexista, clasista, urbano e industrial) es perfectamente funcional con las necesidades del sistema y con su evolución, así se consigue, por ejemplo, que las mujeres asuman el valor secundario de su trabajo, tanto del trabajo doméstico como del posible trabajo que puedan realizar fuera del hogar. Es así como la mujer será, sin excesiva dificultad, impulsada o expulsada del trabajo productivo a bajo precio y según convenga a las necesidades de acumulación del capital.

Pero no sólo se consiguen evidentes ventajas en el plano productivo, sino que la inversión ideológica que el capital realiza en la mujer produce sus beneficios en los planos cultural, educativo, político, etc. y no resulta muy difícil manipular a la denominada masa femenina a favor del orden, la familia, la libertad de enseñanza o lo que convenga.

Por lo demás, la cultura massmediática es cada vez más transnacional, siendo en EEUU en donde se puede localizar la fuente de los modelos y patrones de la cultura de masas del capitalismo avanzado, cosa que da lugar a lo que Armand Mattelart calificó en su día de “fase superior del monopolismo cultural”.

Podemos concluir con Mattelart que la cultura femenina lanzada por los media es la cultura de la opresión de la mujer y que tal cultura tiene como misión la de asegurar que la mujer desempeñe un papel “regulador” en la economía capitalista (trabajo doméstico impagado, ejercito laboral de reserva barato y disciplinado, consumismo femenino, etc.) y un papel reproductor de la ideología dominante (interiorización y transmisión de imágenes y símbolos, educación, garantía de equilibrio moral y afectivo, etc.). ¿Alguien puede creer todavía en la neutralidad y asepsia de los mensajes con que se obsequia a la mujer?

Publicado en El País. Año 1982



2006-08


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