Por Cindy Gabriela Flores
Son pocas las mujeres interesadas en el ciberfeminismo en Latinoamérica. Por otro lado, entre los feminismos, el ciberfeminismo ocupa un lugar no muy bien definido, pues más allá de la utilización de internet o la apropiación de la cibercultura y el ciberespacio, aún queda por definir si una feminista o una mujer abordando temas de la mujer y trabajando con tecnología, multimedia o haciendo arte digital, incluso cuando su trabajo no se pueda ver en el ciberespacio o no sea indispensable internet para apreciar su obra, es ciberfeminista o no; o si videos y arte transmitidos a través de la red son realmente interactivos, o si son arte de internet (no necesariamente net.art) o no lo son...
Si enfocarse al ciberfeminismo resulta ambiguo, hablar de arte ciberfeminista resulta mucho más complicado y doblemente si cerramos el espectro únicamente a la región latinoamericana, donde el estigma de ser feminista puede tener costos considerables en la carrera artística y es un precio que muy pocas están dispuestas a pagar, incluso cuando estén en favor de las reivindicaciones planteadas por las feministas y se les pueda considerar mujeres liberadas del rol tradicional de su sexo. Casi siempre que se pregunta a las artistas cuyo tema es la mujer y cuya perspectiva parecería feminista, si ellas lo son, inmediatamente se deshacen en excusas o lo niegan categóricamente. Entre los pocos movimientos de Arte feminista que podemos mencionar Coyosxahuqui Articulada o ComuArte, las extintas “Tlacuilas y retrateras” o Polvo de gallina negra” (de México).
En la región, durante los últimos años, se han realizado algunos proyectos de net.art, multimedia o arte digital con una perspectiva femenina, quizá feminista, pero, casi siempre, quienes lo hacen no se dicen feministas y las pocas artistas que sí se asumen como tales apenas exploran este terreno digitalizado.
Respecto al ciberfeminismo en Latinoamérica, podemos encontrar a Verónica Engler, quien ha hecho algunos reportes periodísticos sobre mujeres e internet y abordado el tema del ciberfeminismo. En el ámbito teórico y académico destacan Chela Sandoval y María Fernández, así como Coco Fusco, quien se acerca más a los temas de identidad y de activismo en pro de migrantes y de mujeres en maquiladoras, al tiempo que realiza trabajos multimedia sobre temas de la mujer, sin sumergirse de lleno en el net.art, aunque transmitió un video en vivo con temática feminista a través de internet (a lo que denomina net.performance).
Haciendo video/performance, con una perspectiva de género que podría considerarse feminista, encontramos a Nao Bustamante, y un caso similar, es el de Tania Aedo quien, sin comprometer su trabajo con esta ideología, se enfoca hacia el arte digital y se interesa por el cuerpo y por la identidad dentro del ciberespacio, al tiempo que analiza la consrucción de la feminidad y la masculinidad.
Casos similares son los de Praba Pilar, de “Los Cybrids”, que hace performances, trabajos multimedia y reflexión sobre la cultura digital; o Lygia Clark quien realiza performance y trabajo multimedia en el marco del análisis de la interactividad, lo digital y el arte; o el de Maris Bustamante, artista de media que se relaciona con los temas de la mujer.
Desafortunadamente, de las pocas latinas que han mostrado algún grado de interés en el ciberfeminismo, casi todas reciden en Estados Unidos de Norteamérica y la mayoría sólo son latinas por la herencia de sus raíces.
Entre las feministas que trabajan en Latinoamérica, de la vieja y la nueva guardia (tanto en ong’s e instituciones como independientes o autónomas), hay apertura hacia la capacitación y utilización de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) desde una perspectiva práctica, aunque con un conocimiento de la cibercultura y del net.art muy limitado o nulo.
Cuando se intenta traer a usuarias comunes de la red y a feministas al ciberfeminismo, además de discipar las barreras antitecnología o anticiberfeminismo de algunas, es preciso sortear los obstáculos que la falta de conocimientos básicos para el uso de internet conllevan, que van del adecuado uso del correo electrónico a la nettiqueta, para poder después acercarse a la reflexión sobre cómo interactúan mujeres y tecnología o cómo las mujeres se apropian o no del ciberespacio y, después, poder generar interés en desarrollar proyectos desde una perspectiva ciberfeminista...
Algunas feministas latinas se ubican como ciberfeministas, aunque se limitan a utilizar internet sólo como herramienta para difundir su ideología o hacer activismo y trabajo en red desarrollando acciones fuera de línea, debido a que consideran casi ocioso el análisis del impacto de las nuevas tecnologías en la población femenina o la teoría en materia de cibercultura si se compara con las problemáticas de derechos humanos básicos como la hambruna, la violencia física o el analfabetismo, que imperan en la región y cuya urgencia es mucho mayor. Algunas organizaciones haciendo este trabajo son: GIRE (Grupo de Información en Reproducción Elegida, A.C.), Red LAC (Red Latinoamericana y Caribeña de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos), las varias organizaciones que participan en la campaña “Ni una muerta más” (por el esclarecimiento de los femicidios de Ciudad Juárez), Consorcio para el Diálogo Parlamentario con Equidad, entre otras.
Las pocas feministas interesadas en la filosofía y teoría relacionadas con el ciberespacio se ven divididas entre esta intención de reflexion y la acción urgente diaria para atender casos de violencia extrema contra las mujeres, como los más de 280 asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, la violación de indígenas tzeltales por miembros del ejército o la imperiosa necesidad de educación en salud sexual y reproductiva de las zonas marginales. La premura de las necesidades más básicas de las personas sigue obligando a dejar de lado el avance tecnológico y su análisis para los países desarrollados.
Al final, pese a no tener el viento a favor para desarrollar un gran movimiento ciberfeminista en Latinoamérica y menos aún para que florezca un arte con perspectiva ciberfeminista, todavía tenemos alternativas y alicientes.
Resulta sumamente grato conocer iniciativas de chicas que se unen a grupos de su escuela para hacer gala del ingenio (en este caso, del conocido “ingenio mexicano”) para erigir una estación de radio comunitaria como la H99, armad@s con una consola y un par de bocinas -tratando de conseguir una antena y un transmisor- colocadas en la explanada de un plantel preparatoriano. No es radio propiamente dicho y, en este caso, en vez de que la radio vaya, la audiencia tiene que venir a ella. Este proyecto surge en la zona más populosa y pobre de la ciudad de México. Es una lástima que iniciativas como esta, que seguramente existen en el país y la región, no sean más conocidas y apoyadas.
Aunque no tienen clara todavía la perspectiva feminista, cuando hablamos sobre ciberfeminismo y el feminismo, con sus miradas atentas y la mente abierta, estas chicas irradian entusiasmo por participar de alguna forma. Es emocionante pensar que la tecnología y el feminismo pueden caber en sus vidas futuras, se hagan llamar ciberfeministas o no.
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