Damas ilustres y mujeres dignas
Algunas historias extraordinarias del siglo XX en Cantabria
Equipo de investigación: Aída Herreros, Marta Mantecón, Raquel Serdio, y José Ramón Viadero
Edita Dirección General de la mujer. Vicepresidencia de Gobierno. Gobierno de Cantabria.
ISBN: 978-84-690-3993-9
364 páginas
Con el fin de visibilizar las contribuciones olvidadas de las mujeres a la Historia de Cantabria, desde la Dirección General de la Mujer/Vicepresidencia del Gobierno de Cantabria se ideó este proyecto que recupera, desafiando el androcentrismo de las construcciones científicas tradicionales, las historias de algunas mujeres de la región que de un modo u otro han contribuido desde distintos ámbitos al devenir histórico de la sociedad cántabra del siglo XX y comienzos del XXI.
Las protagonistas del libro conforman un abanico que evidencia la diversidad de formas de ser, estar y hacer de las mujeres. No han sido en su mayor parte famosas, sino por el contrario, mujeres que, a pesar de haber contribuido activamente en su papel social, han visto y ven obviados sus aportes.
Los criterios utilizados para seleccionar a estas mujeres han sido: su carácter pionero; el reconocimiento de su entorno; su proyección regional, nacional e incluso internacional; el desempeño de cargos en los que las mujeres habitualmente han estado subrepresentadas; la apertura de caminos a otras mujeres; la lucha por sus derechos y su aportación a la búsqueda de la igualdad entre mujeres y hombres.
Sin prescindir del rigor necesario, se ha buscado ofrecer una obra divulgativa para cualquier lector o lectora, quiere convertirse en instrumento de consulta imprescindible para conocer la Historia de Cantabria. Precedida por una introducción histórica que recorre desde la prehistoria hasta los inicios del siglo XX, la investigación se encuentra dividida en ocho grandes bloques temáticos (artesanías y oficios, sociedad, educación, cultura, política, ciencia, empresa y deporte), en los que se han incluido las semblanzas de 93 mujeres procedentes de Cantabria o vinculadas a esta región que han destacado en alguno de estos ámbitos que atraviesan el siglo XX y los inicios del XXI. Estos relatos han sido construidos, en la mayor parte de los casos, a partir de los testimonios de sus protagonistas, o de familiares e informantes en el caso de las fallecidas, dado que las fuentes orales han sido fundamentales en el transcurso de esta investigación.
Si estáis interesadas en obtener una copia del libro podéis solicitarlo contactándonos en los siguientes medios:
Email: espaciomujeressantander@unidaddeigualdad.es
Correo postal: Dirección General de la Mujer , c/Castilla 2, 1ª -39002 SANTANDER
En el cambio al siglo XX, se aprecia en la capital cántabra un ambiente con una importante dosis de anticlericalismo, que se refleja en el caluroso recibimiento que en 1901 se otorga al escritor Benito Pérez Galdós, cuando viene a pasar sus vacaciones veraniegas, tras el polémico estreno de Electra, obra muy influida por la historia real de una muchacha que es encerrada por sus familiares en un convento para cobrar su herencia.
Coincidiendo con este ambiente, se encontraban residiendo cerca de la capital dos pensadoras polémicas en su forma de ser y manifestarse, porque vivían a contracorriente de lo que la opinión pública consideraba normal para las mujeres: Concepción Morell y Rosario de Acuña. Ambas llevarían su pensamiento a los sectores más avanzados de la sociedad.
La escritora y actriz Concepción Morell, que vivió en Monte hasta que falleció en 1906, envía sus artículos anticlericales y anarquistas al semanario socialista La voz del pueblo. Rosario de Acuña colabora, hasta su marcha a Asturias en 1908, con periódicos progresistas, como el nombrado y El Cantábrico, en los que publica sus ensayos sociales, Conversaciones femeninas (1903), expresando su opinión sobre los papeles de las mujeres en la sociedad. Por las mismas fechas colabora en la prensa Concha Espina, que trata de abrirse camino con dificultades como escritora, aunque no reclama la igualdad de derechos para las mujeres en relación con los hombres.
Estas tres mujeres, que podían haber impregnado con sus diversas perspectivas a la sociedad cántabra de una preocupación por el sufragio femenino, desaparecen en el transcurso de la primera década de siglo: la primera fallece y las otras dos se trasladan a Gijón y Madrid, respectivamente.
En los medios femeninos de Cantabria apenas tienen eco las aspiraciones de las sufragistas inglesas y norteamericanas. Los partidos no las asumen, por muy avanzados que se manifiesten en sus programas reivindicativos. La "cuestión femenina" sale a la superficie y se sumerge periódicamente, sin que se encuentre alternativa a la misma. En 1908, a propósito del debate establecido para el cambio de la ley electoral, el periódico El Cantábrico se manifiesta a favor del voto femenino, siempre y cuando las mujeres posean la instrucción debida, mientras que su oponente El Diario Montañés (órgano del Obispado), recurre a una colaboración firmada por María de Echarri (1878-1955), creadora del Sindicato de la Inmaculada y que más adelante, en 1918, a través de la Acción Católica, se mostrará partidaria del voto y del feminismo, siempre que ambos sean católicos. Se dará la paradoja de que, en un momento determinado, la prensa más conservadora y vinculada a los sectores de la Iglesia Católica comienza a hacer suyas tales reclamaciones, dirigidas a que las mujeres ejerzan su derecho al voto. Esta toma de posición coincidirá fundamentalmente con el periodo político de la dictadura del general Primo de Rivera.
Las actividades sociales, incluso las de carácter cultural, continúan marcadas por el signo elitista propio del siglo anterior: reuniones literarias y la tradicional fiesta de "las modistillas", con su correspondiente elección de reinas. La prensa regional recoge por estas fechas las colaboraciones de la escritora feminista madrileña Lucía Sánchez Saornil, después decidida anarquista y perteneciente a la masonería.
Primo de Rivera no legalizó el voto femenino; sin embargo, hizo un intento por contar con algunas mujeres en la gobernación municipal. En Cantabria, no prosperó en la capital el deseo de tener una mujer en el consistorio, pero sí sucedió, por ejemplo, en Ampuero con Patrocinio Ortiz Trueba y en Cabuérniga con Julia Fernández de la Reguera y Petra de Mier, que pasaron a formar parte de la corporación nombrada digitalmente en sustitución de los anteriormente elegidos por sufragio.
Dos entidades comienzan a colaborar en la promoción de las mujeres durante las primeras décadas del siglo: el Ateneo Popular y el Ateneo de Santander. El primero, integrando de pleno derecho a las mujeres desde el comienzo de su actividad, con la creación de una Comisión Femenina en 1927 -"a base principalmente de las señoras profesoras y estudiantes de la Normal"-, y el segundo, con la diligente aportación desde 1917 -cuando fue nombrada vocal de la sección de Literatura- de Carmen de la Vega Montenegro, con una conferencia sobre "Mujeres y lecturas", y en 1919 otra sobre "El mujerismo español". Ya en 1916 se celebraba un acto con el título de "¿Qué es la mujer?", al que siguieron otros como el de "Vida femenina", 1916, por Ma Luisa Castellanos, la primera mujer que subía a su tribuna. En 1920, con motivo del centenario de Concepción Arenal, Dolores Cortázar disertar sobre "La acción social de la mujer española"; en 1921, la profesora de la Normal Margarita Comas, daba un cursillo de enseñanza elemental sobre las ciencias, además de un ciclo sobre literatas y varios recitales.
La tercera década del siglo marca la aparición de nuevos grupos de mujeres en la vida social y cultural de Santander, coincidiendo con la II República. La nueva Constitución de 1931 reconocerá, no sin gran debate, el derecho al voto de las mujeres, en igualdad de derechos políticos que los hombres. Una de las diputadas que más lucharon por ello, fue la radical Clara Campoamor, una abogada descendiente de familia cántabra pero residente en Madrid. También la escritora y folklorista socialista cántabra Matilde de la Torre fue una de las escasas mujeres que llegaron a las Cortes. Será la diputada más votada en Asturias en los dos comicios republicanos en que participó (1933 y 1936) y un gran ejemplo para las mujeres.
Durante la etapa republicana, la actividad de las mujeres despliega sus fuerzas y abre frentes diferentes a los tradicionales de las fiestas benéficas, las veladas artísticas o la festividad de "las modistillas". Para incidir en la formación de las jóvenes, principalmente a través de la sección juvenil del Partido Socialista, liderada por Matilde Zapata, se organizan conferencias destinadas a promover la educación de las mujeres. Un hito importante en este sentido fue la presencia en Santander de la dirigente de las Juventudes Socialistas Hildegart Rodríguez, para pronunciar una conferencia sobre el tema "La mujer en la política", en mayo de 1931, removiendo el ambiente de las más jóvenes. Envía artículos al diario izquierdista La Región, dirigido por Luciano Malumbres, marido de Matilde Zapata, donde también colaboran las diputadas socialistas Matilde de la Torre, María Lejárraga y Aurora Arnáiz. Victoria Kent visita Santander en el mes de octubre de 1931. La tradicionalista católica Ma Urraca Pastor ocupará la tribuna del Ateneo en 1931 para hablar del tema "El movimiento feminista actual en España". Poco después, en marzo de 1932, lo hará la socialista Margarita Nelken hablando de "Las musas del Romanticismo", después de haber intervenido en un mitin socialista. El 24 de febrero de 1932, tiene lugar la conferencia socialista a las mujeres de la madrileña Luz García, en un acto presidido por Matilde Zapata. El 17 de marzo de 1932 interviene en la Casa del Pueblo Matilde de la Torre para hablar sobre "La actividad de la mujer en la vida pública", y en 1933 interviene en la Semana de Agitación Femenina. El 25 de agosto de 1932, Belén Sárraga participa en la sala Alcázar de Santander en un mitin sobre el federalismo, volviendo el 29 de mayo de 1933. El 12 de enero de 1934, Matilde Zapata da una charla al Grupo Femenino Socialista. Manolita Polo Martínez-Conde publica en 1932 dos artículos sobre política femenina en La Región. Y Libertad Deal, Esperanza Fuerte y Heroína Adame (pseudónimo de Concha Corral) escribirán en los periódicos durante la Guerra Civil; asunto éste que centrará el contenido del artículo "La intervención de la mujer en la guerra", publicado en El Cantábrico e124 de noviembre de 1936.
El Ateneo de Santander va abriendo a las mujeres paulatinamente sus puertas, hasta que a finales de 1934 se decide convocar a las alumnas mayores del Instituto, la Escuela de Comercio, la Escuela Normal, la Federación Católica Femenina y las profesoras de la Normal para crear una Sección Femenina en el año 1935, constituyéndose una Junta presidida por la profesora Juana Fernández Alonso -hasta su traslado profesional a Madrid en 1939, siendo sustituida por Rita Rodríguez Cobo- y con Julia García Castañón, Ana Ma Cagigal, Rosa Bodega, Valentina Rivero Gil, Carmen Gutiérrez, Rita Rodríguez, Antonia Ávila, Carmen Pellón, Teresa Martín Palacio y Mercedes Carús Pérez-Peña, aunque sin la posibilidad de formar parte con pleno derecho de la vida social del organismo. A finales de 1937 pagaban una cuota de cinco pesetas al mes.
En las tribunas de ambas entidades, el Ateneo Popular y el Ateneo de Santander, participarán mujeres. recitadoras y cantantes. Otras mujeres creadoras, pintoras, poetas, actrices, etc., se dan a conocer por estas fechas.
La aprobación de la Ley del Divorcio, contemplada en la Constitución de 1931 y promulgada el 2 de marzo de 1932, está considerada como uno de los puntales de la liberación de las mujeres, junto con la práctica del matrimonio civil, que se desvincula así de la Iglesia Católica. La repercusión de la legalización del divorcio tuvo en Cantabria los siguientes datos entre 1932 y 1933: se presentaron 98 demandas de divorcio y separación, el 1,24°Io del total, con dos resonancias especiales: los divorcios de María Ruano, hija del fallecido diputado liberal Juan José Ruano, y de Concha Espina.
Las polémicas más sonadas son las que mantuvieron a través de las páginas de La Voz de Cantabria la marquesa de Casa Henestrosa y Matilde de la Torre en 1930 sobre la participación de las mujeres en política, además de las firmadas por Ana M’ Cagigal con M1 Teresa de Huidobro. Ana MA Cagigal era una mujer de familia liberal-conservadora, pero muy avanzada para su tiempo en cuanto a costumbres y prácticas. Propugnaba desde sus artículos y conferencias la presencia de las mujeres en la vida social y cultural, como en su intervención ateneísta de 1935 con el tema "La influencia de la cultura en el hogar". La Guerra Civil le llevó, en sus comienzos, al exilio francés, regresando con la victoria franquista para contemplar cómo sus reivindicaciones eran soslayadas por los vencedores de su mismo bando. Por su parte, Ma Teresa de Huidobro, perteneciente a una familia muy conservadora, defendía en sus intervenciones la presencia de las mujeres en el hogar.
Algunas damas de cierta relevancia social se manifestaron públicamente contrarias a la República y partidarias del regreso de la Monarquía: fue el caso de Ma Luisa Gómez Pelayo, reciente marquesa de Pelayo, multada por ello, y cuyos bienes serán incautados por el gobierno republicano en septiembre de 1936. En 1935, vuelven las tribunas del Ateneo a los periódicos, ocupándose de la presencia de las mujeres en la vida pública y del voto femenino, un poco depreciado después de que en las elecciones de octubre de 1933 ganara la derecha, de lo que se culpó a las mujeres diciendo que habían votado siguiendo las directrices del "confesionario". Estos argumentos perdieron peso cuando en 1936 vence el Frente Popular en las urnas. No obstante, el golpe militar encabezado por Franco, que da comienzo a la Guerra Civil, tendría fatídicas repercusiones para la emancipación de las mujeres.
La Guerra trajo como consecuencias, además de las de carácter sangriento y traumático, otras de orden legislativo que iban dirigidas a modificar todos los avances conseguidos en materia de derechos y libertades durante los años de la II República. Abolida su Constitución por los vencedores y sustituida por el Fuero de los Españoles -inspirado en ordenanzas similares de carácter fascista-, el sufragio universal, la Ley del Divorcio y la Ley de Libertad Religiosa desaparecieron. Los matrimonios civiles y los divorcios consumados durante la II República fueron abolidos por las nuevas autoridades, que solamente reconocían las ceremonias religiosas de fe católica, por lo cual las mujeres tuvieron que regresar a la situación anterior a dicho acto civil, con los consiguientes conflictos de carácter sentimental. Las mujeres fueron especialmente perdedoras en este nuevo estado de cosas: desaparecía su derecho a participar en la vida política mediante la utilización del sufragio en igualdad de condiciones a los hombres (no lo recuperarán hasta junio de 1977), la posibilidad de ser elegidas para los puestos políticos, poder contraer matrimonio al margen de la religión y poder divorciarse. Las mujeres, incluidas las maestras, debían dejar paso a los hombres que volvían del frente y que habían luchado con los vencedores, aunque no tuvieran condiciones para ocupar el puesto que se les asignaba. Perdieron sus derechos recién adquiridos como ciudadanas y también como mujeres.
Bajo el mando y control de la iglesia católica y con la supervisión de la Sección Femenina de la Falange y de Acción Católica, las mujeres regresaban a la sacristía y se introducían con moderación en algunas disciplinas que les servirían para formarse en su doble condición de mujeres y madres, que en realidad era una sola. Se ocupaban en los centros de enseñanza de las asignaturas de formación política y educación física, y se estableció la obligación del Servicio Social, por el que tendrían que pasar todas las solteras mayores de dieciocho años a fin de obtener un certificado sin el cual no podían acceder a un puesto de trabajo, ni obtener el pasaporte o el carné de conducir. La nueva directiva del Ateneo, formada en 1937, mantiene su Sección Femenina, con Juana Fernández Alonso ahora integrada como vocal; pero el paternalismo masculino es tan evidente, que en el año 1945 se patrocina un cursillo sobre los problemas morales de las mujeres con tres conferencias a cargo de tres hombres: "La mujer en la restauración cristiana de la familia", "La mujer y la medicina en las libertades modernas" y "La mujer en el hogar montañés". Por la tribuna del Ateneo desfilarán también entre 1938 y 1960 diferentes pensadoras del momento, hablando de mujeres escritoras y de otros aspectos relacionados con la literatura: Juana Fernández Alonso, Rosa Ma Pérez Castañeda, Julia García Castañón, María Cordero Palet, la condesa de Valdéne Lilí Álvarez, Isabel de Ambía, Carmen Conde, Patricia Jackson de Scheyler y Carmen BravoVillasante. A finales de 1940 aparecen un total de 91 mujeres vinculadas a la Sección Femenina del Ateneo: Ma del Carmen Dosal, Ma Ascensión Fresnedo, Maruja Gilardi, Ma Jesús Ribalaygua, María Sanz de Sautuola, etc.; quienes seguirán reuniéndose hasta unos años después. A partir de 1944 las socias debían tener el citado documento oficial de haber hecho el Servicio Social.
La década de los sesenta y parte de los setenta son años de militancia en la clandestinidad, escogiendo las mujeres el histórico Partido Comunista de España (PCE) y, en pequeñas dosis, el Frente de Liberación Popular (FLP), donde juegan un papel Ma Luisa Pérez-Camino, propietaria del colegio laico Altamira y Dolores Sáez, propietaria del colegio laico Torreblanca, así la pasiega Esperanza Martínez-Conde. Estos años también conocieron algunas reformas políticas que permitieron a unas pocas mujeres entrar en la vida pública cántabra. En 1974 se crea en París la Junta Democrática, que pronto tiene en Cantabria su representación: la profesora asturiana Isabel Tejerina Lobo, líder regional del PTE (Partido del Trabajo de España). Su rama juvenil, la Joven Guardia Roja, será liderada por la estudiante de Medicina santanderina Rosario Quintana, posteriormente consejera de Sanidad.
A partir de 1980 Cantabria asiste a la creación de dos asociaciones específicamente feministas: la Asamblea de Mujeres de Cantabria, en Santander, y la Asociación Feminista de Torrelavega, en la comarca del Besaya.
Marta Peredo preside la Asamblea de Mujeres de Cantabria desde su creación en 1981.
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