Por Jacinto Antón
Con Macaria, Políxena y Otionia, Ifigenia compone el grupo de las famosas doncellas sacrificadas de los mitos griegos. La historia de Ifigenia, víctima inocente de la guerra de Troya como la princesa troyana Políxena (yugulada sobre la tumba de Aquiles) es particularmente dramática: la sacrificó su padre, Agamenón, a fin de conseguir vientos favorables para la flota invasora aquea, así que podemos considerarla un claro antecedente de maltrato familiar y violencia de género -Nicole Loraux, estudiosa de la forma en que abordan el cuerpo de la mujer los relatos griegos, ya identificó degollamiento con desfloración en su apasionante Maneras trágicas de matar a una mujer (Visor, 1989)-. Es con esta intencionalidad de modernización del mito con la que el escritor y director teatral Jordi Coca y la compañía Marduix se han acercado libremente a la figura de Ifigenia para construir un espectáculo muy plástico que apuesta por la magia y la poesía y que se estrena mañana en el Espai Lliure (festival Grec).
Cuatro actores (Carles Arquimbau, Jaume Comas, Joana Clusellas y Jordi Pujol) escenifican la historia de Ifigenia manipulando además objetos que adquieren vida y se convierten en otros personajes, maravillosos y fantasmagóricos. La propia Ifigenia puede ser un vestido vacío que camina solo o una especie de burka que evoluciona en escena sin nadie dentro o una mariposa. La intención es que el espectador salga del teatro sin haber llegado a descubrir de qué están hechas y cómo se mueven esas criaturas etéreas. La mezcla de actores de carne y hueso y de esas presencias de misteriosa textura crea una atmósfera tan extraña y fascinante como la de las viejas leyendas.
Según el mito, desarrollado por los trágicos, entre ellos Eurípides y Esquilo, Agamenón había ofendido a la diosa Artermis y ésta envió una calma chicha que paralizó los navíos griegos a punto de partir contra Troya. El adivino Calcante reveló que la diosa sólo podía ser aplacada con el sacrificio de la hija del rey. Agamenón la hizo venir con el engaño de que iba a desposarla con el héroe Aquiles y la inmoló en el altar de la divinidad (en la versión light del mito Ifigenia es sustituida en última instancia por un animal y la diosa se la lleva para hacerla su sacerdotisa).
Coca y Marduix han optado por seguir a Esquilo y presentar a Ifigenia no como una víctima mansa que acepta su espantoso destino (la forma en que la describe Eurípides), sino como una jovencita que se resiste a morir. Para Coca, Agamenón es una bestia y su acción "no un sacrificio, sino un crimen". Es también el rey "un manipulador, un mentiroso y un cínico", un tipo muy actual, vamos, que trata de autojustificarse. La versión de Coca adquiere la forma de un cuento trágico y es, a la vez, "una llamada a la revolución", en la que no sólo Ifigenia, sino la vieja nodriza en nombre de todos los maltratados acaban pidiendo a los espectadores una acción contra el status quo, una reacción contra el conformismo y la injusticia. Contra los agamenones.
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