Editorial de El Periódico de Cataluña
Ángela Bustillo, la joven madre cántabra que ha sido desposeída del título de Miss Cantabria, ha recibido un amplísimo apoyo social en su protesta contra lo que considera una injusticia. Incluso Certamen Miss España SL, la empresa organizadora que la ha castigado por tener un hijo, en aplicación de unas normas que tienen más de 30 años, ha anunciado que pedirá a las instancias internacionales que manejan esos concursos un cambio del reglamento. A estas alturas del siglo XXI resulta insoportable para la mayoría mantener que una mujer tenga prohibido ser madre para presentarse a los concursos de misses mientras que los hombres sí pueden tener hijos y optar al de Míster. El viejo machismo no está muerto, porque aún persisten discriminaciones como esta, pero sí está socialmente vencido.
Sucede, sin embargo, que otras formas más sutiles de ese decrépito machismo están tomando el relevo. Podría decirse que es un sexismo de diseño, perfumado y posmoderno.
Primero, el Instituto de la Mujer del Gobierno central, y luego, su equivalente catalán han pedido a la firma Dolce & Gabbana que retire un anuncio de prensa en el que un joven con el torso desnudo sujeta a una mujer en el suelo en presencia de otros cuatro colegas, una composición que puede interpretarse como una violación ante testigos complacientes. La imagen en cuestión forma parte de una serie en la que proliferan moldeados cuerpos de hombres y largas piernas de mujeres en composiciones y ambientes dominados por una lánguida decadencia.
¿Merece la pena prestar atención a este anuncio, amplificando su difusión y beneficiando quizás a la empresa anunciante? Es difícil dar una respuesta rotunda, pero dado el impacto mediático que ha tenido la sofisticada imagen no está de más abordar el problema. Este diario ha estado siempre radicalmente en contra de la violencia sexista. La convicción de que todos los seres humanos nacen iguales incluye el apoyo a las leyes y acciones que ayuden a hacer efectiva la igualdad.
En aplicación de estos principios, es difícil no apoyar las decisiones de los institutos de la mujer. El anunciante haría bien en hacerles caso, limitar su libertad de expresión y retirar un anuncio que sugiere la violación de una mujer. El entorno perfumado y posmoderno no puede hacer olvidar que la violación sigue siendo un delito.
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